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Autismo, más allá de la concienciación
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Autismo, más allá de la concienciación

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En 2007, la Asamblea General de la ONU designó el 2 de abril como el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, enfatizando “la importancia de sensibilizar al público sobre el autismo”. Han pasado 17 años y la visibilización que ha habido en Puerto Rico está enfocada en estereotipos patologizantes que laceran las posibilidades de las personas autistas y de sus familias de vivir en bienestar y alcanzar su mayor potencial bajo sus propios estándares, y no los impuestos por un sistema neoliberal capitalista que determina el valor de las personas en función de cómo sirven a la reproducción del mismo sistema.

El autismo no es una enfermedad; es una diferencia en el neurodesarrollo que se distingue principalmente por presentar características atípicas en el procesamiento sensorial y la comunicación social. No hay dos personas autistas iguales, pero sus derechos son inherentes sin importar la necesidad de apoyo que tengan en las distintas etapas de sus vidas.

Las violencias que gobierno tras gobierno perpetúan contra las personas autistas, desde que son infantes hasta que mueren, ya son ampliamente conocidas por la ciudadanía en Puerto Rico. Ya estamos conscientes de que el autismo existe y de que hay que atender las necesidades de esta población, ¿ahora qué?

Urge dirigir los recursos del gobierno y de las comunidades para hacer un estudio exhaustivo de las necesidades de comunicación que tienen las personas autistas y crear programas, así como facilitar recursos para apoyarles en este ámbito. Todas las políticas públicas, leyes, reglamentos y programas deben crearse basadas en el conocimiento y la experiencia de esta población y quienes están con ellas día a día.

Si sabemos que uno de los mayores retos de esta población es la comunicación social y no conocemos cuáles son las necesidades en este ámbito, no podemos pretender crear políticas y programas que atiendan verdaderamente lo que esta población necesita. Las figuras parentales y cuidadores hacen sus mejores esfuerzos por ser la voz de sus seres queridos autistas, pero la gran mayoría tampoco tiene las herramientas adecuadas para comunicarse con ellas.

Además, todas las personas tenemos derecho a expresarnos de manera autónoma, sin filtros ni cohesión. Entonces, sistemáticamente estamos privando a todo un sector de la sociedad del disfrute de sus derechos y de la calidad de vida que merecemos todas las personas simplemente por existir.

En este mes de abril, hago eco de la invitación de la organización Autism Level Up a subir de nivel. Más allá de la conciencia, aceptemos y apreciemos las neurodiversidades y accionemos en la promoción del empoderamiento y la abogacía de todas las poblaciones neurodivergentes en Puerto Rico.