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El servicio público de excelencia es posible
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El servicio público de excelencia es posible

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Puerto Rico perdió en días recientes un servidor público que se caracterizó por la sana administración pública. A, esa fue la nota que año tras año recibía la administración municipal que lideró por espacio de 18 años aproximadamente. Se trata de José “Chely” Rodríguez Cruz, exalcalde de Hatillo. A sus 62 años y luego de enfrentar problemas de salud, falleció en la noche del domingo, 21 de enero del corriente. Sus años frente a la poltrona municipal son la mejor evidencia de que el servicio público de excelencia es posible.

   Chely se recordará por su trayectoria en el servicio público donde ocupó diferentes puestos dentro de la administración municipal. De sus más de tres décadas al servicio del pueblo, su última encomienda fue dirigir las riendas de la Capital de la Industria Lechera. Proyectos que atendían la infraestructura vial y municipal son parte del legado que deja tras su partida. Su lucha incansable por lograr que los hatillanos tuvieran acceso al servicio de agua potable, que tuvieran una infraestructura vial óptima son parte de las batallas que enfrentó con diferentes administraciones a nivel central.

   Su carácter jovial y ameno eran la combinación perfecta para liderar a más de 500 empleados municipales y manejar los asuntos de alrededor de 42 mil habitantes.  Todo el mundo lo saludaba y hablaba con él. Todo el mundo quería retratarse con el alcalde que gracias a la salud fiscal del municipio logró adelantar una agenda de desarrollo económico, social y cultural, como él mismo describía “sin precedentes”.

   Fue a finales de los noventa cuando a punto de finalizar mi práctica de bachillerato Chely me dio la oportunidad de contratarme en el municipio por dos semanas de trabajo. En esa fecha era común ayudar a las personas con dos semanitas de trabajo como él decía. Fue así que el entonces alcalde Cuevas me nombró a dirigir la Oficina de Comunicaciones del municipio y con ello inicié mis funciones en el campo de las relaciones públicas que luego me llevaron a otros espacios laborales.  Recuerdo más que nunca sus palabras cada vez que compartíamos: “Mira a Aracelys, le di dos semanitas de trabajo y terminó en La Fortaleza”, decía.

   Con Chely aprendí lo que significa hacer política de altura, a ayudar a las personas sin mirar lineas político partidistas, a amar al pueblo y a la administración municipal. Juntos trabajamos en El Capitolio un par de años, hasta que se convirtió en alcalde de Hatillo.  A través de los años desarrollamos una relación de trabajo que se caracterizó por la confianza y el respeto mutuo.  Son muchas las veces que le llamé para consultas y que  él me llamó para lo mismo.

   Hatillo y Puerto Rico tienen en su legado una fuente de inspiración y la muestra más fehaciente de que hacer política sin escándalos y de altura es posible. Nunca estuvo involucrado en escándalos que pusieran en entredicho su calidad como alcalde.  Por el contrario, su administración fue ejemplo de sana administración.