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Por: Aracelys Otero Torres
Relacionista
Es una realidad que el gobierno así como diferentes empresas deben estar atentos a la población de la tercera edad y deben desarrollar estrategias para fortalecer este renglón poblacional. Según el informe «Perspectivas de la población mundial 2019», en 2050, una de cada seis personas en el mundo tendrá más de 65 años y una de cada cuatro personas que viven en Europa y América del Norte podría tener 65 años o más. En 2018, por primera vez en la historia, las personas de 65 años o más superaron en número a los niños menores de cinco años en todo el mundo.
La Organización de las Naciones Unidas destaca que la población mundial envejeciente será parte de una de las transformaciones sociales más significativas del Siglo XXI. Esto sugiere consecuencias en mercados laborales, financieros, la demanda de servicios y bienes, entre otros. Por ello es necesario que los gobiernos y empresas presten atención a esta realidad. Se espera que la población de personas mayores de 65 años de edad supere la de niños.
Establecer estrategias para este sector supone grandes retos ya que tradicionalmente los mercados se centran en consumidores más jóvenes. De ahí la necesidad de mirar a la población de la tercera edad para proveerles los servicios, la orientación y productos que necesitan. Estudios en diferentes partes del mundo coinciden en que esta población es más leal a los productos, marcas y servicios que consume. La pregunta es ¿por qué? Porque son menos influenciados por las modas, por presiones de grupo o por mensajes persuasivos.
Basado en los datos estadísticos es momento en que los gobiernos y las empresas incluyan esfuerzos directos para esta población más allá de los tradicionales vinculados a la salud. Una persona mayor de 6 años todavía puede laborar de forma eficiente y eficaz, tiene derecho a disfrutar de tiempo ameno, de lucir ropa a la moda, de ejercitarse y de aprender. Además, en mi opinión, cuentan con una ventaja sobre las poblaciones más jóvenes y es que vivieron la transición de la era análoga a la era digital, por lo cual los esfuerzos en medios tradicionales como digitales son efectivos a la hora de llevar un mensaje.
Hay que encaminar esfuerzos para hacer más accesibles los servicios y productos a esta población. Ejemplos que se pueden incorporar a las agendas de trabajo son empaques más fáciles para abrir, sistemas de transporte colectivo que incluyan diversidad de alternativas para ellos. Un ejemplo es establecer un ruta de transporte que incluya citas médicas, supermercados, tiendas al por mayor y al detal, lugares de esparcimiento y entretenimiento. Cuando se integra el uso de la tecnología procure que el mismo sea sencillo, con íconos fáciles de ver y entender. También pueden incluir esfuerzos vinculados al entretenimiento, al ocio y a la familia.
Le toca a los funcionarios gubernamentales, a los relacionistas y a todos los vinculados en la producción de bienes y servicios mirar hacia esta población para contribuir en proveerles mejor calidad de vida.