Por: Aracelys Otero Torres / Relacionista Lic R 53
¿Cuántas mujeres más tienen que morir para que el gobierno tome acciones proactivas, con resultados tangibles, que resuelvan la violencia de género en el país? ¿Cuántas muertes más tienen que ocurrir para que el sistema judicial atienda las deficiencias en sus determinaciones en casos relacionados con violencia doméstica? ¿Cuándo el gobierno establecerá un plan multisectorial que sea eficiente y efectivo? ¿Cómo es posible que todavía el país carezca de soluciones concretas que puedan atajar la violencia?
Estas preguntas llegan a mi mente cada vez que los medios de comunicación reseñan la muerte de una mujer a causa de la violencia de género. Más aún, cuando las estadísticas señalan que en lo que va de 2021, murieron alrededor de 20 mujeres víctimas de la violencia, lo que representa casi una mujer muerta por semana.
Lo vivido el pasado fin de semana donde dos mujeres murieron víctimas de sus parejas tiene que acabar. No podemos permitir que esto ocurra y que madres, padres, hermanos, hijos se sometan al doloroso proceso de tener que identificar el cadáver de una mujer.
¿Qué ocurre luego de que el país adviene en conocimiento de este tipo de crimen? Comenzamos a escuchar a políticos, organizaciones, funcionarios gubernamentales, levantar sus voces para denunciar su opinión. Entre sus comentarios resaltan los adjetivos rabia, coraje, indignación, dolor y el reclamo de basta ya. Durante días, la violencia de género retoma notoriedad. Me atrevo vaticinar la radicación de medidas en la Asamblea Legislativa, el anuncio de asignaciones presupuestarias y la designación de grupos de trabajo para atender la situación. Y ahí quedarán.
Con el paso de los días otro tema llamará la atención de los ciudadanos y de los medios y volveremos a lo mismo. La aprobación de proyectos de ley que carecen de seguimiento y resultados concretos, la disputa entre agencias gubernamentales sobre la falta de datos estadísticos confiables al igual que la coordinación, y consistencia en los datos para que puedan ser comparables y redunden en resultados certeros.
La prensa, tendrá, nuevamente, la responsabilidad de cuestionar la efectividad de los proyectos que se radicarán así como de los radicados y aprobados. Serán quienes le recuerden al país los intentos fallidos, la falta de coordinación, de recursos para atender esta terrible situación que por los pasados años arropa al país.
Alguien tiene la obligación de explicarle al país, a esas familias, qué hizo el gobierno para atender o remediar la situación. Recordemos que las mujeres víctimas de la violencia de género, son madres, hijas, sobrinas, quienes son parte de un entorno familiar. Familias tienen que lidiar con los problemas futuros resultado de esa muerte.
El país reclama, urge, soluciones proactivas y permanentes. No podemos permitir que más mujeres mueran. El gobierno tiene en sus manos la encomienda de demostrar que sus prioridades son claras, que atienden la violencia de género con el carácter de urgencia que amerita. Mientras, nosotros como ciudadanos no podemos claudicar en la lucha de reclamar justicia para las mujeres. Trabajemos juntos para erradicar la violencia de género.