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La Ficha Colonial
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La Ficha Colonial

Por Dr. Howard Caro López

La semana pasada observé una charla virtual sobre el tema del estatus después de el pasado referéndum sobre la estadidad, que contó con la participación del licenciado Rafael Cox Alomar, el cabildero por Puerto Rico, Jeffrey Farrow y la catedrática Christina Pons-Kraus. En dicha conversación los panelistas comentaron sobre la probabilidad de que el gobierno de los EE.UU. tome acción a base del resultado del referéndum, con distintas opiniones expuestas.

Esa tertulia también se dio en respuesta a un surgimiento en interés en los foros políticos de los EE.UU. sobre la situación colonial en Puerto Rico, y específicamente de parte de algunas figuras dentro del Partido Demócrata, donde ahora hay un coro de miembros que abogando a favor de la estadidad, presentando el tema como uno de igualdad para ciudadanos americanos.

¿Cómo explicar este interés repentino por el tema colonial dentro en los EE.UU. cuando por décadas hubo un consenso en Washington de evadir el tema, al crear comisiones para “estudiar” el estatus o hacer le caso omiso a gestiones de líderes políticos en Puerto Rico para atender el tema? En todo caso el panorama político en Puerto Rico es más complejo que nunca, a pesar de la “victoria” de la estadidad este pasado noviembre con una mayoría pequeña y apenas la mitad del electorado participando. Un gobierno dividido con un gobernador electo con a penas una tercera parte del voto, y a esto le agregamos la presencia de cinco partidos políticos formando parte de la legislatura. Pese al resultado, muchos dirán que no hay consenso o mandato para avanzar el estatus en Puerto Rico.

La explicación más plausible para entender ese fenómeno es que el tema del estatus se ha convertido en una ficha política para los dos partidos principales de los EE.UU. Hay al menos dos factores impulsando este debate. Una es la coyuntura de los reclamos de justicia racial que han tomado auge en los EE.UU. y que bajo la nueva administración de Biden se busca remediar. Congresistas más liberales entienden que dentro de una agenda de justicia racial se debe incluir la estadidad, dada la larga historia colonial de nuestro pueblo y la desigualdad de condición política y económica que se vive en Puerto Rico.  

Otro factor más pragmático es el cálculo electoral que representa la estadidad para Puerto Rico y dentro de la política de los EE.UU.  Como estado Puerto Rico tendría cuatro escaños en la Cámara de Representantes junto a dos Senadores, según el analista político Larry Sabato de la Universidad de Virginia. Muchos líderes demócratas le dan la bienvenida a ese cambio asumiendo que como latinos, la mayoría de los congresistas y senadores elegidos en Puerto Rico serian de su partido. Republicanos en su mayoría se oponen a la estadidad tanto por esa posibilidad como por la realidad que escaños puertorriqueños vendrían a costo de sillas en otros estados, incluyendo tal vez algunos estados donde los Republicanos dominan. A los Republicanos también les preocupa el impacto económico de anexionar un territorio con altos índices de pobreza y deuda pública.

No debe sorprendernos que este nuevo interés en el tema del estatus se da por factores de política partidista y tampoco nos debe ofender de por sí. Tal es la realidad, que la agenda legislativa se mueve por donde hay intereses concretos envueltos. La preocupación está en la manera superficial que se da el debate actual entre la clase política en los EE.UU,. fuera de los congresistas puertorriqueños que entienden el tema. 

Cualquier gestión que haga el Congreso Federal para resolverel estatus colonial de Puerto Rico no puede regirse a base de un referéndum lleno de disputa en nuestro pueblo y mucho menos sólo por intereses de los líderes congresionales. Eso no sólo ignora el panorama político complejo del tema y el entorno social en Puerto Rico, sino que atenta contra la autodeterminación.

Sea cual sea la solución descolonizadora que uno apoya, como pueblo tenemos la obligación de asegurar que ese proceso refleje la voluntad de una mayoría amplia. Eso requiere enfatizar a los líderes políticos que (1) la descolonización parte de una decisión acordada por dos pueblos con derecho a elegir su destino político y no de “resolver un problema político domestico”, y (2) facilitar opciones descolonizadoras que dirigen todos los puertorriqueños (incluyendo los que se encuentran en la diáspora) y que reflejen el entorno político y social que vivimos.  De lo contrario nos arriesgamos a que nuestro destino como pueblo sea ficha de juego donde no tendremos silla en la mesa.