Varios meses después del Huracán María, en una noche fría, obscura, llena de lluvia y nieve, el cantante de Fiel a la Vega, Tito Auger, se presentó en una barra-restaurante en Washington, DC. El lugar estaba repleto de puertorriqueños. Casi al final de su repertorio Tito Auger cantó “Boricua en La Luna”.
Al comenzar la canción, la barra se quería caer del llanto patriótico que emanaban las voces de los presentes. En el verso “y yo soy puertorriqueño, sin na, pero sin quebranto”. . . yo decidí cerrar mi puño izquierdo y levantarlo en alto. Un amigo me acompañó, pero una puertorriqueña, que cantaba y lloraba con el coro me dijo:
- “¡Qué tu haces!”
- Yo conteste “¿Tú sabes quien escribió eso?”
- “¡No!” Afirmó la puertorriqueña”.
- “Ese poema lo escribió Juan Antonio Corretjer. ¿Tú sabes quién fue Juan Antonio Corretjer?” Contesté.
- “¡No!” Volvió a afirmar la puertorriqueña.
- “Juan Antonio Corretjer fue un nacionalista puertorriqueño que defendió la independencia de Puerto Rico. Un puertorriqueño que defendió los derechos humanos de los puertorriqueños ante el Gobierno Federal y local. Amigo de Pedro Albizu Campos y colaboró en busca del apoyo internacional para la independencia de Puerto Rico. Estas dos personas fueron a prisión defendiendo la libertad nacional de Puerto Rico. ¿Y tu cantas y lloras al escuchar esta canción sin si saber quién la escribió?” Contesté.
Dentro de la multitud de boricuas sentí la amarga contradicción entre la soberanía cultural y la soberanía política de la compatriota. Según la Real Academia Española, la soberanía es el poder político supremo que corresponde a un Estado independiente.
Puerto Rico tiene soberanía cultural. Puerto Rico tiene su historia, lenguaje, música, hombres y mujeres celebres, equipo olímpico, un himno nacional y el arroz con pollo de la abuela. Y ese llanto patriótico que se expresó en esa barra es parte de nuestra soberanía cultural. Un elemento patriótico.
Puerto Rico no tiene soberanía y políticamente el Congreso de EE.UU. tiene un poder supremo sobre Puerto Rico, ya que impone leyes sin el aval de los puertorriqueños. Ya sea la corte Federal o el Congreso de EE.UU, pueden ilegitimar casi cualquier aspecto de las políticas de Puerto Rico, así como las peleas de gallos y la junta de control fiscal. Y si alguna vez aprueban la ley del Inglés como idioma oficial de EE.UU, hasta el idioma de Puerto Rico será afectado ya que no es un estado independiente. Por ende, EE.UU. tiene soberanía política suprema sobre Puerto Rico.
La compatriota cantaba con las lagrimas en sus mejillas “yo sería borincano” y emanaba su ardor patriótico mientras que simultáneamente reflejó que no apoyaría un Puerto Rico con soberanía política cónsona con su soberanía cultural actual.
El otro día Pedro Pierluisi publicó un comercial de campaña gubernamental con el himno nacional de Puerto Rico, pero afirmando su empeño de ser igual a los estadounidenses. Aquí Pierluisi también demuestra la contradicción entre su cultura puertorriqueña, pero deseando la igualdad política ante un país con historia, lenguaje, música, hombres y mujeres celebres, equipo olímpico, un himno nacional totalmente diferentes a su cultura.
¿Recuerdas el juego nacional de béisbol entre Puerto Rico y EE.UU.? Si apoyas la igualdad de Pierluisi ante un país totalmente diferente, pero apoyaste al equipo de Puerto Rico, también entraste en la contradicción entre la soberanía política y cultural.
Por ende, hay que tomar conciencia de esta contradicción. “Y el echón que me desmienta” para mí la soberanía cultural y política de Puerto Rico es una. Por ende “y así le grito al villano: yo sería borincano aunque naciera en la luna.”