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Por: Dr. Howard Caro López
Era mi intención esta semana examinar otro tema relacionado a las elecciones en Puerto Rico. Pero ante la debacle que fue el primer debate presidencial acá en los Estados Unidos (EEUU) quiero examinar la respuesta del liderato político actual en Puerto Rico ante el repugnante racismo del presidente Trump que se ha visto desde su tiempo en la Casa Blanca, y que culminó con un aparente acto de apoyo a un grupo de nacionalistas blancos en pleno debate.
Si viste el debate este pasado martes, fuistes testigo de 90 minutos de mentiras e insultos personales del Presidente a su contrincante, Joe Biden. Pocos dirían que lo vieron fue un debate como tal. El momento más asqueante fue la respuesta de Trump cuando se le preguntó si estaba dispuesto a repudiar a los “Proud Boys”, un grupo violento racista, en vez de condenarlos, les dijo que se mantuvieran listos para el dia de las elecciones (“stand by”, en sus palabras). Su comentarios era un endoso implícito a que estos grupos vayan a intimidar y llevar a cabo actos de violencia contra votantes el día de las elecciones- similar a como turbas de blancos racistas intimidaban y atacaban votantes afroamericanos en la época de segregación racial.
Como puertorriqueño y latino viviendo en los EEUU ese acto me da asco y rabia, al saber que el Presidente del país le haya dado pauta a la violencia racista. Y sé que somos muchos viviendo acá que compartimos ese coraje. Lo interestante es como el gobierno actual en Puerto Rico ha dicho poco ante el racismo y repudio rampante de Trump a las comunidades de color, incluyendo las numerosas veces que ha despreciado los puertorriqueños. Esto es aún más curioso dada las expresiones de Trump en contra de la estadidad, que incluye en esta semana su comentario de que los puertorriqueños están satisfechos con el estatus territorial y que entiende que otro plebiscito es innecesario.
Lo lógico, al menos para mi, sería que en los sectores donde se apoya una relación estrecha con los EEUU tomaron el racismo y rechazo de Trump (junto con varios líderes republicanos en los EEUU que apoyan su postura) como un momento de reflexión sobre la lógica de mantener dicha relación. Sin embargo, la Gobernadora, la Comisionada Residente y otros líderes electos en el país no solo insisten en seguir adelante con otro plebiscito de estatus, sino también en algunos casos, defender a Trump a pesar de su racismo casi al desnudo. Incluso figuras anexionistas han tratado de pintar a Trump como estadolibrista con tal de reenmarcar sus comentarios de forma partidista, en vez de un reflejo de su mentalidad racista que es compartida por un número significativo de personas en los EEUU.
Es posible que en el caso de que Trump no logre ganar un segundo cuatrienio como Presidente dentro de un mes y que la proxima administracion en los EEUU decida tomar cartas en el tema de estatus de Puerto Rico. Sin embargo, aunque la plataforma de Joe Biden incluye políticas para fomentar el crecimiento económico y más fondos federales para apoyar la recuperación de la isla después de María y los terremotos, en el tema del estatus no dice ni “pío”. Dicho silencio es bastante consistente con la postura histórica del Partido Demócrata de los EEUU, que lo más lejos que han ido es en apoyar la autodeterminación de los puertorriqueños- lo que es muy distinto a favorecer la estadidad.
Ante esta realidad, como electores debemos reflexionar seriamente sobre cómo evaluar nuestro lugar dentro de la política estadounidense. ¿Realmente tenemos cabida como iguales en un país donde el racismo persiste e incluso ha recrudecido? ¿Qué tan realista es esperar un trato igual ante décadas de inacción y ahora repudio abierto de líderes políticos en los EEUU, y más cuando nuestro poder político es geográficamente limitado en ese país? ¿Es la supuesta lucha por la estadidad y/o por una relación política estrecha con los EEUU algo auténtico, o solamente una retórica vaga que no corresponde a un compromiso genuino para resolver el estancamiento político y económico de nuestro pueblo? ¿ Y la contestación de estas preguntas no son afirmativas, que practicalidad hay en hacer exigencias que van al vacío?
Viendo el ambiente político en persona acá en los EEUU como puertorriqueño nacido y criado en la isla, es difícil ver la practicalidad de esas exigencias de igualdad que seguimos escuchando de los dos partidos principales, y la falta de resultados por ya más de medio siglo reflejan la futilidad de ese ejercicio. Dejemos de vivir en un estado de disonancia cognitiva con las opciones que presenta el paradigma actual y comencemos a imaginar un paradigma donde el puertorriqueno vive con dignidad, respeto y aspiraciones realistas.