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La Justicia Social y el reconocimiento colectivo a favor de su construcción
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La Justicia Social y el reconocimiento colectivo a favor de su construcción

Por: Luis Ibrahyn Casiano

El concepto de la Justicia Social se ha empleado desde mucho para llamar la atención del pueblo a causa de la carencia de sentirse representados en los procesos políticos. Sin embargo, desde mi formación como trabajador social, este concepto debería mutar desde la apreciación del pueblo mismo sobre sus capacidades de construir realidades alternas, como la necesidad de trabajar por la descentralización del poder.

Para ello, el pueblo desde sus convulsiones sociales debe estar claro de cuáles son las razones que nutren esa disparidad social que imposibilita el que exista Justicia. Sin dudas, desde el poder político electoral representativo se pueden cerrar brechas a la desigualdad, pero la acción primaria debe provenir del reconocimiento y de la participación directa de la ciudadanía en los procesos de cambio. Tanto desde el ir a votar fuera de fanatismo y la costumbre, hasta, y más significativo aun; el organizarse desde su persona trazando metas realistas y formando lazos de unión y solidaridad con los grupos con los que interactúa más seguido. Como por ejemplo, sus vecinos, compañeros de trabajo o de clases, entre otros.

Cada grupo posee características particulares que les une aun en la diversidad, aspecto que debería producir trabajos para el logro de metas conjuntas. Cuando estas interacciones se dan, aclaran dudas sobre los procesos en los que socialmente estamos inmersos, observando desde una perspectiva más amplia la necesidad e importancia de trabajar unidos(as) para trasformar la desigualdad en procesos justos y equitativos. Lo que desencadenará en un despertar sociopolítico que, incluso al ir a votar, esta acción sería una de demanda concertada y no de enajenación; ni recaería en la delegación exclusiva del poder en un grupo reducido de personas electas. Cambiando entonces a través de esa valoración de los aspectos, del pasado y del presente, la forma de observar los procesos. Los cuales en vez de ser unos meramente representativos, serían participativos y estructurados.

Entonces, sería así que la Justicia se convertiría en una realidad, porque no nacería de interpretaciones externas a la de los grupos verdaderamente afectados por la desigualdad. Ahora que nuestro pueblo estará inmerso en nuevos procesos políticos, debería elegir para transformar, en primera instancia, hasta la forma de participar en en esos procesos, esta vez desde una perspectiva material y no subjetiva de las realidades en que viven los grupos más vulnerables y vulnerabilizados.

A poco más de dos meses para las elecciones generales el reto verdadero no es el que la gente salga a votar, sino, la compresión del por qué y para qué. Y lo más importante aún es, que se pregunte el individuo qué estoy dispuesto(a) a hacer luego de ese ejercicio electoral para adelantar las agendas conjuntas de los grupos en los que interactúa y se identifica.

El concepto de la Justicia Social se ha empeñado desde mucho en llamar la atención del pueblo, es hora de que el pueblo mismo lo comprenda creando lazos de solidaridad, de autodeterminación y reconocimiento propio de sus capacidades, realidades, derechos, aspiraciones personales y colectivas. Así llegará a construirse esa Justicia, tanto desde las bases del pueblo como desde el poder político en cada escenario que incide en el diseño de las políticas públicas.