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En aras de continuar promoviendo el arte y la cultura en los pasillos del Distrito Capitolino, la Cámara de Representantes inauguró hoy la exhibición “Re-cuerdo” del artista plástico puertorriqueño Carlos Rafael Romaguera en la Galería Arnaldo Troche.
Desde una óptica llena de luz, Romaguera trae ante el público que visita El Capitolio la exposición que hace un derroche de su talento a través del uso de la técnica de la colografía para expresar su sentir acerca del origen de la vida.
El optómetra de profesión, quien desde niño mostró interés por el arte, presenta una propuesta artística diversa con un enfoque que invita al espectador a reflexionar sobre su ser y su relación con su entorno, creando una sinergía entre el aspecto espiritual y la visión del universo “como un todo”.
“La Cámara de Representantes, por medio de la gestión cultural de la Oficina de Arte y Cultura, se complace en recibir a un gran artista, y con ello, continuar abriendo espacios para que nuestros artistas expongan su arte en las galerías de nuestro Recinto Capitolino”, expresó por escrito el presidente de la Cámara, Rafael Hernández Montañez.
Nacido en Santiago de Compostela, España, pero criado en la ciudad de Mayagüez, Romagera comenzó a pintar óleos cuando estudió con su primer maestro de arte Rubén Bras entre los años 1972 y 1977. Mientras estudiaba optometría en la Ciudad de México en 1978, el artista se unió al taller de Ana María Landín en ese país, combinando su conocimiento científico con la integración de movimientos plásticos.
A su regreso a Puerto Rico, prosiguió sus estudios en la Liga de Arte en San Juan experimentando con distintos medios bajo la dirección de renombrados artistas como Juan Ramón Velázquez, Betsy Padín, Raúl Zayas, y Piero Rosatti, entre otros.
En 1990, Romaguera se unió a la Galería Latinoamericana, dirigida por el maestro puertorriqueño Domingo García, donde luego surgió el Grupo X. Rafael Tufiño, Carmelo Sobrino, Edgardo Riveiro y Antonio Navia son algunos de los artistas con los que ha estudiado y quienes han contribuido a la evolución de su discurso estético.
“Estudiar el ojo me hizo reflexionar muchas partes de por qué la pintura; cuánto nos toma a nosotros poder recrear el subconsciente para que el consciente diga: ‘hay algo en la pintura que me llama la atención’”, manifestó Romaguera ante familiares y colegas de la escena artística.
“El cerebro ve, deja de ver y vuelve a ver, y en ese espacio es que uno puede captar la imaginación del observador. Eso conlleva mucha dedicación, y yo lo aprendí de todos los artistas que han entrado en mi ser”, abundó el pintor.