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El manejo ineficiente de la salud mental en los espacios laborales: Una mala práctica organizacional
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El manejo ineficiente de la salud mental en los espacios laborales: Una mala práctica organizacional

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Por:  Luis Ibrahyn Casiano / Trabajador Social Clínico  / Especialista en Psicología Industrial Organizacional

En la actualidad, el tema de la salud mental ha ganado visibilidad y reconocimiento en diferentes ámbitos de la sociedad. Sin embargo, a pesar de los avances, el entorno laboral sigue siendo un espacio donde persisten importantes deficiencias en su manejo, lo que genera repercusiones tanto para los(as)(es) empleados como para las organizaciones. La falta de sensibilidad y de conocimiento por parte de los patronos y supervisores en relación con la salud mental no solo perpetúa un ambiente de trabajo inseguro, sino que también se traduce en pérdidas económicas y humanas significativas para las empresas. La salud mental en el trabajo no debe verse como un tema trivial. Los empleados pasan una gran parte de su vida en el lugar de trabajo, lo que convierte a este espacio en uno que incide en su bienestar general. Cuando los patronos y supervisores no toman en cuenta la salud mental de sus trabajadores, se crea un entorno donde el estrés, la ansiedad y la depresión pueden florecer y/o recrudecerse. Estos problemas, si no se abordan, derivan en un bajo rendimiento laboral, ausentismo, y en casos extremos, en la salida definitiva del empleado.

Uno de los principales problemas radica en la falta de formación y consciencia por parte de quienes ocupan cargos de liderazgo. Muchos supervisores carecen de las herramientas y conocimientos necesarios para identificar signos de problemas de salud mental en sus empleados, o incluso para entender cómo un mal clima laboral puede ser un factor detonante. Esta falta de preparación, sumada a la insensibilidad o la minimización del problema, refuerza un ciclo de invisibilización de las necesidades emocionales de los trabajadores; e incluso de violencia sistemática. En este contexto, es importante destacar que las repercusiones no solo afectan a los empleados, si no a sus familias y demás entornos donde la parte interactúa. La falta de manejo adecuado tiene un impacto directo en el desempeño general de la empresa. El costo del estrés relacionado con el trabajo y otros problemas para las empresas es astronómico, tanto en términos de productividad perdida como de costos asociados a bajas por enfermedad y rotación de personal. De hecho, se estima que los problemas de salud mental en el lugar de trabajo pueden costar a las empresas miles de millones de dólares anualmente a nivel global. Por esta razón, pero lejos de observar el problema desde pasividad y/o únicamente desde la visión capitalista, se hace imperante que se establezcan métodos de apoyo real y no acciones basadas en el prejuicio.

Por otro lado, la insensibilidad de los líderes organizacionales frente a estas cuestiones envía un mensaje claro a los empleados, su bienestar no es una prioridad. Esto no solo afecta la moral del equipo, sino que también puede dañar la reputación de la empresa en el mercado laboral, dificultando la atracción y retención de talento. En un mundo donde cada vez más personas buscan trabajar en entornos que valoren su bienestar integral, las empresas que ignoran la salud mental se arriesgan a quedar atrás. Entonces, ¿qué se puede hacer para revertir esta tendencia? En primer lugar, es fundamental que las organizaciones reconozcan la importancia de la salud mental y la incorporen en sus políticas y prácticas de manera tangible. Esto puede incluir desde la implementación de programas de bienestar y apoyo psicológico, hasta la capacitación de líderes y supervisores para que puedan gestionar y apoyar adecuadamente a sus equipos en este aspecto. Asimismo, es vital fomentar una cultura de apertura y comunicación, donde los empleados se sientan seguros al expresar sus inquietudes sin miedo a represalias o estigmatización.

Además, las organizaciones deben entender que invertir en la salud de sus empleados no es solo una cuestión de responsabilidad social, sino, una estrategia inteligente de negocios. Un trabajador saludable, tanto física como mentalmente, es más productivo, está más comprometido y es menos propenso a ausentarse o abandonar la empresa. Esto se traduce en un entorno laboral más estable y exitoso. El manejo ineficiente de este tema en los espacios laborales y la insensibilidad de los patronos y supervisores no solo es una mala práctica organizacional, sino una receta para el desastre. Es hora de que las empresas tomen en serio la salud de sus empleados, no solo por el bien de su primera línea de trabajo, sino por su propio éxito y sostenibilidad a largo plazo. Reconocer y abordar estos desafíos es el primer paso hacia un entorno laboral más saludable, productivo y humano. Es importante que, como empresas, gestionen el tener vínculos con diversos profesionales que le puedan asistir en ese proceso de aprendizaje, planificación y de elaboración de políticas adecuadas para la atención de una persona que siente, espera y merece ser valorada y asistida.