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La colonia en la metrópoli dividida
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La colonia en la metrópoli dividida

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A poco más de una semana de las elecciones congresionales en los Estados Unidos (EEUU), el Partido Demócrata, como algunos sondeos pronostican, lograron mantener su mayoría en el Senado federal, mientras que el Partido Republicano parece, a duras penas ganó  una estrecha mayoría en la Cámara de Representantes.  Este resultado  fue sorpresivo para muchos politólogos ya que demostró que el partido de gobierno goza de un apoyo mucho más fuerte de lo que se anticipa, cuando las encuestas preliminares antes de la elección apuntaban a una victoria amplia de los Republicanos.

En las próximas semanas saldrán análisis buscando explicar este resultado que desafió las expectativas de los medios noticiosos.  Algunos factores ya han salido a relucir de esta eleccion: que electores de la denominada “Generacion Z” y “Milenaria” votaron ampliamente por candidatos democratas; que la amenaza de la restricción al aborto y derechos reproductivos catalizo a mujeres y aliados a votar en contra de candidatos republicanos; y que en muchos lugares candidatos de la extrema derecha fueron repudiados tanto en contiendas congresionales como en varias elecciones estatales.  En términos demográficos, los resultados parecen confirmar que hay una brecha grande entre las generaciones jóvenes, que apoyan un país más incluyente, y los electores mayores y principalmente hombres blancos, que guardan ansiedad por los cambios demográficos en los EEUU.

Eso hace eco de un patrón similar en el electorado de Puerto Rico.

Lo más importante para los lectores es cómo este resultado electoral impacta las políticas entre los EEUU y Puerto Rico.   Poco se ha dicho dentro del liderato político en Puerto Rico, fuera de mensajes celebratorios de la Comisionada Residente luego de la victoria del partido Republicano en la Cámara de Representantes.  Posiblemente sea porque no existen muchas expectativas de que temas relacionados a Puerto Rico tengan momentum frente a un gobierno dividido en los EEUU, pero igualmente podría ser que la plétora de prioridades y crises limita la capacidad o motivación del liderato político en Puerto Rico de evaluar el nuevo panorama en la metrópoli.

En términos prácticos la nueva composición de la legislatura federal, la cual refleja la polarización profunda en los sectores liberales/progresistas y conservadores/derecha extrema, augura momentos difíciles para atender la condición política de Puerto Rico.  Dada la realidad de que el clima político en los EEUU da poca cabida al bipartidismo, es poco probable que se de alguna acción legislativa del Congreso para atender la situación actual en Puerto Rico.  Esto no solo aplica al tema del estatus, que de por sí crea mucha división entre Demócratas  y Republicanos, sino también a temas como posibles reformas a la Ley PROMESA, paridad de fondos federales, y fondos para atender la crisis de infraestructura.  El líder actual del Comité de Recursos Naturales, el Rep. Raúl Grijalva de Arizona, en estos días dijo públicamente que no anticipa acción legislativa sobre Puerto Rico en el próximo ciclo.

Mas sin embargo la política local sigue operando de manera casi insularista. Populares y estadistas por igual siguen tratando de avanzar su agenda de estatus, fomentando la expectativa entre sus militantes de que podrán gestionar acción a nivel federal para resolver el tema (los independentistas por su parte no le dan tanta prioridad a gestionar al Congreso.) En parte refleja la estructura de las políticas institucionales donde el tema del estatus no solo define los partidos electorales, sino también las tendencias ideológicas de derecha (PNP), centro (PPD), e izquierda (PIP y ahora MVC).  Al institucionalizar el estatus de esta forma, se le hace difícil hoy en día tanto al PPD como el PNP adaptarse a la realidad política de los EEUU, y por ende, hacer avances con el estatus a nivel federal.  Es también la razón por la cual el bloque del PIP y MVC han ido ganando más apoyo en las últimas dos elecciones, ya que han podido presentarse como una opción de gobierno que no está paralizado o estancado  y que entiende que el Congreso federal no presenta opción para resolver el estancamiento del estatus actual.

Ante esta realidad de cómo está estructurado el sistema electoral en Puerto Rico, no debemos guardar mucha expectativa de que los partidos tradicionales ajustarán su visión y proyecto político. Tampoco esperemos que digan mucho sobre los resultados de las elecciones federales, a pesar del impacto directo que tiene en el futuro inmediato de nuestro pueblo.  Ante este panorama existe una oportunidad de reflexionar sobre qué tipo de acción se puede tomar colectivamente que depende menos de acción Congresional y más de autogestión del pueblo.