Por: Howard Caro-Lopez, PhD
Luego de unas primarias caóticas, quedó definida la papeleta para las elecciones generales. Sin embargo, aún hay muchas interrogantes de lo que noviembre traerá para Puerto Rico. Esta será la primera elección después de un periodo lleno de varios eventos históricos: la Junta de Control Fiscal, el Huracán María, los terremotos en el área suroeste y las manifestaciones del verano de 2019.
La pregunta principal que nos toca hacer como electores es ¿Cómo cada partido enfrentará esta coyuntura en la que se encuentra Puerto Rico, que para muchos representa el desgaste de las instituciones económicas y políticas que han dominado por ya más de medio siglo? ¿Si bien es cierto que las estructuras del país ya no aseguran el bienestar o estabilidad para la mayoría de los puertorriqueños y el desafecto del pueblo es palpable, que podemos esperar de estos candidatos?
Es posible que las elecciones del 2020 representan un paso importante hacia un cambio paradigmático en Puerto Rico. El filósofo Thomas Kuhn introdujo el concepto de los paradigmas. Según Kuhn, los paradigmas representan el consenso colectivo de la comunidad científica en una coyuntura, donde las ideas o conceptos se aceptan sin cuestionar su validez como la base de nuestro conocimiento. Los fenómenos que se observan se interpretan a base de las ideas ya aceptadas, y se rechaza como error lo que no encaja dentro de ese paradigma. Pero según se va acumulando evidencia que no cuadra con el pensamiento dominante, el paradigma entra en crisis, lo que abre paso para un posible un nuevo paradigma. Este marco teórico es uno que también se ha utilizado para explicar cambios sociales históricos más allá de la ciencia.
La coyuntura política apunta hacia un posible cambio paradigmático. Por décadas la política electoral ha sido dominada por un consenso de que una unión formal con el gobierno de los Estados Unidos es necesario para asegurar el bienestar y el progreso de Puerto Rico. Estos últimos dos cuatrienios dieron evidencia que ese consenso no da para más. Los avances bajo el Estado Libre Asociado (ELA) desvanecieron, y la estadidad parece alejarse, a base del creciente rechazo del liderato político en los Estados Unidos (EEUU) y por los puertorriqueños en los últimos dos plebiscitos. Ante esta realidad, debemos preguntar cómo cada partido nos sacará de este periodo de crisis.
El Partido Popular Demócratico (PPD) le toca convencer al electorado que su partido puede evolucionar una relación política con los EEUU de ser una colonia bajo otro nombre a un modelo político que realmente empodera a Puerto Rico a tomar control de su propio destino. Carlos Delgado ha dicho que como gobernador buscará conseguir más poderes políticos para Puerto Rico, pero para muchos les cuesta ver cómo se logra eso sin tomar una postura anticolonial decisiva.
El Partido Nuevo Progresista (PNP), por su parte, no solo tendrá que demostrar que la estadidad es una meta viable en vista al rechazo de al menos la mitad del Congreso federal, sino también que puede gobernar de forma transparente y democráticamente, ante el repudio de Ricardo Rosselló y Wanda Vázquez. Apuestan a otro plebiscito, pero qué pasará de no prevalecer la estadidad?
El Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) mantiene consistencia con su visión de independencia y se presenta con una nueva generación de líderes e ideas progresistas. ¿Podría el PIP presentar la idea de un país independiente como algo que un sector amplio vea como el nuevo consenso para superar este periodo de crisis?
El Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) se perfila como la nueva opción política progresista que busca romper con la ortodoxia del estatus como un principio organizativo. ¿Podrán hacer calar su proyecto sin definir que tipo de relación política post-colonial Puerto Rico debe tener para prosperar? ¿Y podrían votar candidatos independientes como Eliezer Molina articular su visión sin un partido electoral?
Cada partido tiene el reto de articular un nuevo consenso. Y aunque hay cada vez más evidencia que se avecina un paradigma político nuevo, cuándo y cómo vendrá es incierto, ya que las fuerzas sociales que definen cualquier status quo son resilientes y posiblemente muchos electores tienen investidura en ellas.
A pesar de la dificultad que presenta romper con un consenso establecido, todos debemos mirar hacia estas elecciones no con apatía, sino como algo que potencialmente avisa un proceso de cambio más definitivo para Puerto Rico. Los que aspiran a ese cambio y un futuro más prometedor les toca hacer la reflexión profunda, identificar las propuestas nuevas, y sobre todo tomar cartas en fomentar ese nuevo paradigma que abre un camino fuera de estos tiempos difíciles para Puerto Rico