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El Estado Libre Asociado de Luis Muñoz Marín

Por: Braulio Arenas 

Luis Muñoz Marín esbozaría en sus escritos en relación al estatus político de Puerto Rico que para lograr una sociedad libre y moderna había que reorganizar el poder político. La necesidad de legitimación de un estado era una prioridad en el proceso de la sociedad moderna puertorriqueña. Para ello se estableció un discurso político que presentaba una fórmula de solución al problema de la relación entre Puerto Rico y los Estados Unidos. 

Puerto Rico, como parte de esta biculturalidad, estaría cobijado por las protecciones y libertades de los Estados Unidos y conservaría, además, las tradiciones y cultura española. Este hecho brindaba a la Isla una situación jurídica y política única para poder desarrollar al país, convirtiéndose en interlocutores de los Estados Unidos en América Latina. Sobre este particular, Muñoz Marín se expresaría el 6 de febrero de 1952 diciendo:

“Yo lo que concibo aquí en Puerto Rico es que nosotros somos americanos, no proamericanos. Y que lo somos específicamente, amplia y profundamente en el sentido de la unión americana, de la cultura y la historia del hemisferio americano entero. Somos americanos de cuerpo entero, de hemisferio entero, de continente entero americano.”

Muñoz era partidario de que el pueblo asumiera la plena soberanía sin llegar a las fórmulas tradicionales de independencia y estadidad, por lo que estaría, desde mediados de la década de 1940, transformando su pensamiento político de separación de los Estados Unidos, en uno más de centro y autonómico, donde se trabajaría con la adquisición de poderes que permitieran desarrollar la sociedad puertorriqueña hacia una nueva forma de relación política con los Estados Unidos. Muñoz, en un discurso pronunciado en el 1962, comentó: 

“Nunca creímos que el Estado Libre Asociado, según quedó establecido en 1952, era perfecto. Realmente no hay institución humana a la que pudiéramos llamar perfecta, pero específicamente sabíamos que su gran virtud era su capacidad para ahondarse y para ensanchar su dimensión. Así, la Asamblea Constituyente cerró sus sesiones, aprobó una resolución reconociendo la capacidad de crecimiento del Estado Libre Asociado, de esta nueva manera de relación entre un pueblo grande y un pueblo pequeño en el tamaño, pero grande también en el espíritu.»

Para Muñoz esta nueva forma de gobierno representaba la libertad de crear una manera innovadora de gobernarnos cónsona con los tiempos que vivía la Isla. Este proyecto político tenía una gran importancia, ya que legitimaría y otorgaría derechos indispensables al pueblo para su libertad por parte de los Estados Unidos. Este proceso se comenzaría con la otorgación del derecho de la elección de un gobernador puertorriqueño por el pueblo. Luego, se desarrollaría una Constitución que atendiera los asuntos organizativos del Gobierno y que brindaría las herramientas necesarias para que los puertorriqueños pudieran gobernar de manera digna y tomar las decisiones que afectaran su futuro.

Para Muñoz, esta forma de obtención de la libertad sería un elemento adicional que se convertiría en valores en una sociedad puertorriqueña de avanzada. Estos valores serán los elementos culturales de los que se nutrirán las bases de lo que llamaría “la civilización de excelencia”, aspiración de los puertorriqueños a lograr.

En una comunicación de Luis Muñoz Marín a Rafael Hernández Colón del 25 de noviembre de 1971, Muñoz nos hace una advertencia que debemos de recordar: “El Estado Libre Asociado es fuerza de paz mientras conserve su vigor de respaldo público; es fuerza de conciliación puertorriqueña, barrera en una lucha destructora de los extremos.”

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