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Por: Dr. Howard Caro López
Uno de mis lugares favoritos para visitar no solo en Puerto Rico, sino en todo el mundo, es Culebra. Además, de tener una de las mejores playas a nivel mundial, siempre me ha gustado la tranquilidad y amabilidad de los culebrenses cuando voy con mi familia. Mi pareja, por su parte, es amante de Vieques. Lamentablemente no vamos con tanta frecuencia, en gran parte por la dificultad que presenta llegar a la isla. Volar es opción, aunque más caro que por embarcación y para los que han viajado desde la isla grande a Vieques o Culebra, las lanchas principales pueden ser un calvario, sea por el viaje incómodo, o por la infrecuencia de viajes. Si soy yo como visitante que se frustra, ni me puedo imaginar la indignación de los residentes locales que dependen de ese acceso a la Isla Grande para sus necesidades básicas.
En la pasada semana los residentes de Vieques y Culebra se manifestaron en contra de la Autoridad de Transportación Marítima por el trato desigual que reciben en servicios de lancha, luego de que la ATM expandió servicio a las dos islas exclusivamente para acomodar turistas que venían durante Semana Santa. Los residentes de ambas islas entienden, correctamente, que a no ser por turistas su necesidad de transporte confiable y accesible sería totalmente ignorado por el gobierno- patrón que se lleva dando por décadas y hasta ahora la respuesta del gobierno actual en Puerto Rico ha sido casi cero o “coquí”, como suele decir una amistad cuando domina el silencio.
Muchas personas, particularmente nosotros que tenemos carro o que vivimos en áreas donde la transportación pública abunda, dan por hecho el acceso a la movilidad. Sin embargo, para los residentes de Vieques y Culebra, la escasez de transportación accesible y confiable es hasta un asunto de vida o muerte. Así se vio luego del huracán María, donde los residentes de ambas islas pasaron grandes estragos por falta de acceso a suministros básicos y servicios médicos, que se consiguen principalmente en la Isla Grande.
En esto hay similitudes con la dinámica que se da en muchas comunidades en los Estados Unidos (EEUU), donde la falta de acceso a transportación en muchas comunidades rurales y de bajos ingresos exacerba una existencia precaria para muchas familias, al estar desconectados de las necesidades más básicas, incluyendo supermercados, farmacias, médicos, y oportunidades de empleo. En mi pasada experiencia trabajando en asuntos de transportación con el gobierno federal, he sido testigo de muchas comunidades con este perfil, y lo limitante que es para hogares de bajo ingreso que no pueden comprar carro o donde no hay guagua o tren obtener las cosas más esenciales para poder mejorar su condición socioeconómica.
Tanto en los EEUU como en Puerto Rico existe un patrón histórico donde las políticas de infraestructura de transportación han fomentado la desigualdad social, al excluir comunidades de bajos ingresos y/o rurales de beneficiarse de inversiones en transportación. Sea la construcción de carreteras que destruyen recursos naturales y desplazan comunidades, la falta de inversión en sistemas de transportación pública para facilitar la movilidad a los que no tienen acceso a un carro o no pueden manejar, o políticas de peajes que imponen costos prohibitivos a obreros que apenas les alcanza para pagar la gasolina que necesitan para llegar a su
empleos. Al sumar todos estos ejemplos, los cuales son realidad en Puerto Rico, no cuesta mucho ver que la transportación no es un beneficio sino una necesidad para todos, y una herramienta para fomentar desigualdad cuando se le niega el acceso a ella.
Por eso para mí las manifestaciones de los viequenses y culebrenses a la tétrica operación de las lanchas por parte de la ATM no chocan en lo absoluto, e incluso me parecen imperativas. El silencio casi absoluto por parte del gobierno actual no solo es vergonzoso, sino que también demuestra una negligencia crasa hacia los constituyentes. Este conflicto, debe servirnos para darnos cuenta de lo vital que es la movilidad para nuestro bienestar individual y colectivo, y no es un mero lujo o beneficio. Aunque esta lucha es particular para nuestros conciudadanos en Vieques y Culebra, también epitomiza la realidad de la falta de equidad y acceso a movilidad que muchos puertorriqueños enfrentan. Tomemos esa lección de estos eventos y empecemos a elaborar iniciativas para conectar, y no aislar a la gente de lo que necesitan para mejorar su calidad de vida.