Por: Valeria M. Álvarez Rivera / Estudiante de Ciencias Políticas RUM
La implementación de la perspectiva de género en el sistema educativo ha generado intensos debates y ha sido objeto de múltiples interpretaciones erróneas. Frases como “A mis hijos los educo yo”, “La perspectiva de género hipersexualiza la niñez” y “No existe conexión entre la educación con perspectiva de género y la erradicación de la violencia contra la mujer” reflejan resistencias fundamentadas en creencias que no siempre reconocen la realidad de la sociedad actual. Sin embargo, la educación con perspectiva de género no busca reemplazar la enseñanza que brindan las familias, sino complementarla con una formación basada en el respeto, la equidad y la prevención de la violencia.
Las escuelas no solo son espacios de instrucción académica, sino también entornos donde se moldean actitudes y valores que repercuten en la convivencia social. Incluir la perspectiva de género en el currículo escolar es una estrategia fundamental para erradicar prejuicios, fomentar la igualdad de oportunidades y garantizar que todas las personas, independientemente de su género, puedan desarrollar su máximo potencial sin ser limitadas por estereotipos. La equidad de género no implica la imposición de ideologías, sino la promoción de un marco educativo que reconozca y valore las diferencias sin perpetuar desigualdades históricas.
El discurso que asocia la educación con perspectiva de género con la hipersexualización de la niñez es una distorsión de su verdadero propósito. En realidad, este enfoque busca que los estudiantes comprendan la importancia del respeto mutuo, la toma de decisiones informadas y la prevención de conductas violentas o discriminatorias. Estudios del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico han evidenciado cómo la falta de educación en equidad de género está vinculada con altos índices de violencia de género en la isla. La educación tiene un rol preventivo y transformador, permitiendo que las nuevas generaciones internalicen principios de justicia y respeto desde edades tempranas.
Desde una perspectiva de política pública, la implementación de la educación con perspectiva de género en Puerto Rico ha encontrado resistencias en distintos sectores, lo que ha dificultado su incorporación efectiva en el sistema educativo. A pesar de ello, organizaciones como la Oficina de la Procuradora de las Mujeres han insistido en la necesidad de adoptar este enfoque para reducir la violencia y fomentar sociedades más equitativas. Garantizar que las instituciones educativas promuevan una enseñanza libre de sesgos de género es un paso esencial para construir una comunidad más justa y segura para todos.
No se trata de eliminar diferencias entre hombres y mujeres, sino de erradicar aquellas barreras que limitan el desarrollo pleno de cada persona en función de normas impuestas por la sociedad. La educación con perspectiva de género es una herramienta poderosa para cuestionar estructuras discriminatorias y construir un futuro donde la equidad no sea una aspiración, sino una realidad. Negarse a integrar este enfoque en la educación es perpetuar desigualdades que han demostrado ser perjudiciales para el bienestar colectivo. La escuela, como espacio de formación integral, tiene el deber de preparar a ciudadanos que comprendan y practiquen el respeto, la equidad y la convivencia pacífica en todos los ámbitos de la vida.