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Aprender para enseñar y enseñar para aprender

Por Julia M. Nazario Fuentes / Alcaldesa de Loíza

El sistema educativo de Puerto Rico se enfrenta a una nueva realidad jamás imaginada y para la cual no existían protocolos para trabajar luego de un terremoto y mucho menos ante una pandemia de esta magnitud. Una realidad que se equipara a todos los países del mundo. Se trata de nuevas realidades de diverso orden que requieren un mayor entendimiento de parte de los que formulan reglas, normas, protocolos y currículos, de directores, maestros, personal de apoyo, padres y el centro de la enseñanza que son los estudiantes. 

Ante nuestra nueva realidad, el proceso de “enseñar y aprender” representa un gran reto, pero igualmente representa grandes oportunidades. Sobre todo es la gran oportunidad para movernos a la era de la tecnología, que representa un avance, pero nuestro sistema de educación se quedó rezagado. Igualmente, la realidad que vivimos muestra una gran oportunidad para ser creativos y buscar nuevas maneras de enseñar, sobre todo atendiendo la forma en que aprenden los estudiantes, porque no todos aprenden de la misma manera.  Entonces, hoy más que nunca es importante encontrar métodos y modelos de enseñanza que nos permitan que cada niño y joven aprendan.  Si de la manera que les enseñamos no funciona, entonces hay que buscar enseñarles como cada uno aprende.  Complejo, pero es un gran momento para mirar más la enseñanza individualizada.

Además, no se trata únicamente de mirar lo complejo de la situación en términos educativos, igual de complejo es la realidad de estar atentos a “cuanto combustible emocional le queda a todo el componente educativo”, en especial a nuestros estudiantes.  En este sentido cobra un nuevo sentido el apoyo y la ayuda que recibirán nuestros estudiantes desde la distancia.  Por ello, igualmente trabajadores sociales, consejeros y psicólogos tienes un gran reto de atender a nuestros estudiantes efectivamente y con nuevas estrategias (otro tema de importancia).

Aunque la intención del Secretario de Educación es que para finales de septiembre comiencen las clases de manera presencial, la realidad es que los casos de COVID-19 siguen en aumento y que hasta que contemos con las condiciones  sanitarias propicias para garantizar el bienestar de todos, no es recomendable comenzar.  Ciertamente la escuela es la llamada a proveer los medios y las experiencias para la formación del carácter y el desarrollo de ciudadanos capaces de enfrentar los grandes retos que presenta la vida.  Ahora le toca motivar a nuestros estudiantes para que se “empoderen” de un nuevo método de aprender.  Los niños y adolescentes aprenden a comportarse al observar como padres y maestros les ejemplifiquen que esta nueva forma de aprender es su realidad y que puede ser grata y creativa; que no la vean como una carga.  La confianza se aprende a través de modelos.  Pero la realidad es que enseñar  a distancia es nueva para la mayoría de los maestros de Puerto Rico y sí es un gran reto, tanto para estudiantes como para maestros.  Por ello, el maestro “aprenderá para enseñar” y “enseñara aprendiendo”, lo que representa un “vinculo” fuerte de unión con el estudiante.  La realidad cruda es que “hay padres responsables y con los recursos”, “hay padres responsables y sin recursos”; igualmente maestros con mucho deseo de “aprender para enseñar” y hay maestros (los menos) a quienes le dará igual.

Para los niños de educación especial, además de todo lo que implica la educación a distancia, están los que reciben terapias y para los cuales hay muy pocas opciones.  Ciertamente es frustrante para un padre o madre escuchar “debemos esperar que esto pase para retomar las terapias”.  Cuanto puede representar esta espera para estos niños y jóvenes.

Queda un reto mayor, ¿cómo llegamos a los estudiantes, a cuyos padres el aprendizaje de sus hijos les es indiferente, porque lamentablemente lo ven como un asunto que le corresponde a la escuela. El Departamento de Educación está haciendo un esfuerzo para llegar a la mayor cantidad de estudiantes; pero la realidad es que ya el semestre comenzó.  Los vemos ahora buscando soluciones, pero desde marzo en Puerto Rico se trabaja con esta pandemia, ya  se tuvo experiencia con un semestre que aún no tenemos idea si resultó o no.  Mi experiencia es que muchos niños no se pudieron conectar y que a pesar de las gestiones de maestros, TS, consejeros y Directores, muchos niños no realizaron ni un solo trabajo.  Los padres responsables e interesados en la educación de sus hijos hicieron lo indecible para que éstos cumplieran. El gran reto será como llegar a los estudiantes que por diversas razones no lleguen “a las clases”.  Hay que identificar y llegar a todos los estudiantes que luego de dos semanas “no se hayan conectado, ni hayan buscado los módulos, ni sus padres se hayan comunicado con nadie de la escuela.

Este esfuerzo requeriría de un trabajo de muchas agencias, en donde Educación, el Departamento de la Familia y los alcaldes nos unamos, ya que ningún niño en Puerto Rico debe de quedarse sin recibir la enseñanza.  Es una responsabilidad del estado, sobre todo en el nivel primario – garantizado por la Constitución – que cada niño reciba la educación gratuita.  Hasta hace poco muchos padres sólo veían la responsabilidad de enviar a los hijos a la escuela, lo demás era responsabilidad de la escuela.  Hoy la realidad es otra, y son parte de este esfuerzo para que los estudiantes no pierdan el semestre. Es hora de delinear un plan de acción para que esos estudiantes no pierdan este semestre.  Un niño que se quede hoy fuera de las opciones disponibles, puede convertirse en una cifra de deserción escolar.

Termino con un escrito de UNICEF España, que es pertinente para todos los países que lidiamos con una nueva realidad ante la pandemia: “Queremos reimaginar el mundo para los niños y así evitar que la Pandemia por COVID-19 se convierta en una crisis a largo plazo para los niños, especialmente los más vulnerables, los que se ven afectados por la pobreza, la exclusión o la violencia familiar”.  Yo añado que, a aquellos niños y adolescentes que no tienen un mentor que les guíe.

Vivimos en una nueva realidad en donde los padres, madres y encargados deben aprender a enseñar. Esa misión, por difícil que parezca, es loable y va a rendir frutos, tanto en aprendizaje como en interacción familiar.

En los últimos años hemos superado muchas situaciones, esta igual la superaremos juntos.

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