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Cada vez que el compositor costarricense, Bosmo, se sienta frente a su piano recurre a las vivencias personales o a las de los allegados para componer historias, llenas de sonido y matices, que nos llevan a un hermoso viaje imaginario a lo más profundo de nuestro corazón. Y es que sus manos son mágicas, ya que tienen la bendición de plasmar, en ricas melodías, recuerdos que van desde el amor hasta el desamor, dos de los sentimientos con los que todos nos podemos identificar.
“Mi pasión es componer, en fin, darle vida y alas a los sentimientos más profundos del ser humano. ¿Quién no se ha enamorado alguna vez? ¿Quién no ha sufrido por amor?”, manifiesta quien tiene una licenciatura en Composición y un bachillerato en Ciencia Musical, de la Universidad de Costa Rica.
“Mis composiciones representan, sin duda alguna, un gran desahogo emocional y una purificación del alma. Asimismo, una catarsis y un viaje sin un destino determinado”, hace hincapié.
Bosmo, quien se describe como sumamente disciplinado, muy perfeccionista y empático, cuenta con el respaldo de composiciones como ‘El Amor Nunca Muere’, ‘En el Silencio de la Luna’, ‘Fisuras en el Alma’, ‘Desolación’, ‘Reflexiones’, ‘Cuando los Ángeles Lloran’, ‘Nostalgia en Gris’, ‘Agonía’, ‘Fría Sencillez’, ‘Viejo Atardecer’, ‘Inquietud’, ‘Sublime Amanecer’, ‘Autorretrato’, ‘Redención’, ‘Nostalgia en Azul’ y ‘No Temas, Porque Te Amo’, entre muchas otras.
El artista entiende que no existe manera alguna de llegar a nuestros sentimientos más profundos sin la sensibilización.
“Siempre que me siento a componer frente al piano, lo hago poniéndome en la piel y los zapatos de las personas… Mis manos componen melodías que representan un bálsamo para el alma o un viaje interno al corazón de todos los seres humanos que buscan y persiguen la paz”, exterioriza.
El además profesor de colegios y estudiantes universitarios recalca que su música no es su medicina, sino un medio que le permite plasmar memorias, apropiarse de emociones y ayudar a transformar la vida de los que la escuchamos.
Los primeros años de vida, del compositor, se desarrollaron en una zona rural de Costa Rica, donde mostró su inclinación por el campo de la música. Ante tal interés, fue impulsado por su madre en la formación musical, a los 13 años de edad, en la Etapa Básica Musical de Palmares, y auspiciado por la Universidad de Costa Rica.
Una vez finalizado la secundaria, ingresó a la Universidad de Costa Rica para continuar con sus estudios en música, donde, finalmente, obtuvo los dos grados, uno en Composición y el otro en Ciencia Musical.
Concluido ese periodo de formación, decidió dar un giro profesional, puesto que consideró importante obtener cierta madurez vivencial que le permitiera tener un gran peso en el terreno de la composición y encontrar un lenguaje musical con el que pudiese retratar su personalidad.
Fue con el tiempo que Bosmo aprendió a llenar de emociones cada una de sus composiciones, con líneas melódicas que nos llevan a un gran viaje por lugar más íntimo que todos tenemos… ¡nuestro corazón!
“Cada una de las composiciones nos permiten ver nuestro mundo interior, de una forma muy sutil, y nos llevan de la mano a encontrarnos con nosotros mismos”, dice.
Bosmo dará mucho de qué hablar, próximamente, en Puerto Rico, otro de los muchos países que quedarán hipnotizados por sus hermosas y mágicas composiciones.