Por: Mónica Rodríguez / Estudiante del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM)
Una raqueta cuelga de la pared con la placa Mónica Puig. Una camisa de béisbol luce el número 21 y el apellido Clemente. Unas zapatillas de baile firmadas por Laura Valentín descansan sobre un pedestal. Estos artículos podrían formar parte de un museo titulado ‘La era deportiva puertorriqueña’, un testimonio de un legado que corre peligro en desaparecer.
El abandono del deporte en Puerto Rico (P.R.) es la consecuencia de años de desinterés gubernamental y falta de políticas públicas que reconozcan su valor. Los atletas jóvenes, quienes ponen en alto el nombre del país, reciben poco apoyo. Para el gobierno, el deporte no es una herramienta de transformación social, sino un gasto adicional. Instalaciones deportivas en ruinas, presupuestos insuficientes y una constante fuga de talentos evidencian esta crisis.
El deporte no es solo una carrera profesional, sino un proceso que comienza en las escuelas. Sin embargo, debido a la falta de fondos, muchos programas deportivos han sido eliminados, privando a los jóvenes de oportunidades esenciales. Para el año escolar 2023-2024, el Departamento de Educación Física en las escuelas públicas recibió solo $400,000 de los $2.6 mil millones del Departamento de Educación (DE) . Además, para las Olimpiadas de 2024, el Departamento de Recreación y Deportes (DRD) asignó al Comité Olímpico de Puerto Rico (COPUR) apenas $8 millones, cantidad insuficiente para apoyar a los atletas que representan al país.
La Liga Atlética Interuniversitaria (LAI), la competencia deportiva universitaria más importante del país, ha sido víctima de la indiferencia. Año tras año, los medios de comunicación priorizan la cobertura de los artistas invitados y las fiestas en lugar del esfuerzo de los atletas. El talento y la dedicación quedan en un segundo plano, y con ello, se minimiza la importancia del deporte en la formación de los jóvenes.
El gobierno debe ver el deporte como una inversión estratégica en salud, educación y seguridad. Es urgente garantizar fondos adecuados para las escuelas y universidades, así como incentivar a empresas locales a apoyar el desarrollo deportivo. No basta con prometer recursos; es necesario asignarlos y utilizarlos de manera efectiva. Cuando se abandona el deporte, no solo se pierden medallas: se pierde el orgullo nacional y el futuro del país. Sin el deporte, no hay Puerto Rico.