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Por: Christopher Rivera Lorenzo / Estudiante Ingeniería de Computadoras RUM
Las redes sociales han cambiado nuestra forma de relacionarnos. Hoy, muchos prefieren enviar un mensaje antes que hablar en persona. Nos obsesionamos con mostrar una vida perfecta en internet, mientras nuestra realidad se llena de preocupaciones. Pero, ¿qué tan real es lo que vemos en las redes?
Las plataformas digitales no reflejan la vida real. Nos presentan versiones editadas y filtradas, estableciendo estándares inalcanzables que afectan la autoestima. Además, se han convertido en terreno fértil para la desinformación y las noticias falsas, manipulando nuestra visión de la sociedad sin que nos demos cuenta.
Entonces, ¿estamos realmente conectados o atrapados? La respuesta no es sencilla. Las redes sociales se han convertido en un experimento de control digital disfrazado de libertad. Lo que publicamos, buscamos, damos «me gusta» y hasta el tiempo que pasamos viendo una imagen o video es registrado y vendido al mejor postor. Nuestra privacidad ya no nos pertenece.
Plataformas como Instagram, Facebook, Twitter y TikTok han transformado nuestra forma de comunicarnos. Nos permiten expresar opiniones y compartir momentos, pero también nos han llevado a depender de la validación externa. Los «likes» y comentarios se han convertido en una moneda de cambio, alimentando una necesidad constante de aprobación.
Sin embargo, este fenómeno también tiene un lado oscuro. La información falsa y la manipulación circulan sin restricciones. Los discursos de odio y las burbujas digitales refuerzan opiniones sin permitir el debate. Es crucial desarrollar una cultura de seguridad digital y pensamiento crítico para evitar caer en engaños y proteger nuestra salud mental.
Vivimos en la era de la interconexión, una realidad que las generaciones pasadas no experimentaron. Antes, comunicarse era un desafío; hoy, podemos hacerlo en segundos. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿las redes realmente nos conectan o nos mantienen atrapados?