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El determinismo social y político y su influencia

Por: Luis Ibrahyn Casiano / Trabajador Social Clínico y Especialista en Psicología Industrial/Organizacional

El determinismo social y político sostiene que las estructuras sociales y las decisiones políticas influyen decisivamente en la vida de los(as)(es) individuos, incluyendo en su salud mental. Ante esto, es importante observar cómo estos factores deterministas configuran parte del bienestar psicológico. En primera instancia, el determinismo social se refiere a la idea de que los individuos están fuertemente influenciados, si no completamente determinados, por las estructuras y normas de la sociedad en la que viven. Normas que en ocasiones crean malas adaptaciones en el individuo por estas partir del perjuicio y del tergiversado ideario del bien y del sentido de éxito propagado por las grandes instituciones que hegemonizan el capital. Además de aquellas que inciden en la conducta; entre ellas, y muchas veces la familia, las instituciones de fe y la partidocracia. El determinismo político, por su parte, enfatiza el papel de las políticas y decisiones gubernamentales en la configuración de las condiciones de vida y, por consiguiente, de la salud mental de las personas. Además de las estructuras sociales, el perfil socioeconómico, el género, las orientaciones sexuales y la edad, entre otros aspectos, juegan un papel crucial en esta apreciación. Las personas que pertenecen a grupos vulnerabilizados a menudo enfrentan estrés crónico debido a la discriminación, a la exclusión social y/o a la falta de recursos. Este estrés sostenido puede conducir a trastornos de ansiedad, depresión y otras condiciones de salud general y mental; y posterior a manifestarse socialmente con grandes repercusiones.

Las políticas de austeridad dirigidas a reducir los servicios públicos y los programas de apoyo social, lo que aumenta es la inseguridad entre la población. En contraste, las políticas que promueven la equidad y el bienestar social pueden mejorar significativamente la capacidad emocional de la población. La salud mental también se ve afectada por las políticas de atención médica. En muchos países, incluyendo el nuestro, la falta de políticas efectivas de salud resulta en la escasez de servicios accesibles. Las políticas que no priorizan la salud mental de forma integral contribuyen a la estigmatización y al tratamiento insuficiente de los trastornos mentales, perpetuando el sufrimiento de muchas personas y deterioro de las comunidades afectando así el todo. El determinismo social y político a menudo se intersecan y amplifican mutuamente. Las políticas gubernamentales pueden perpetuar las desigualdades sociales existentes, y las estructuras sociales pueden influir en las decisiones políticas. Por ejemplo, en sociedades con altas desigualdades de ingresos, las políticas pueden favorecer a las clases altas, exacerbando las disparidades y afectando negativamente la calidad de vida de las personas y por consiguiente a la salud mental. Un ejemplo claro es el impacto de las políticas de vivienda. En muchas ciudades, la gentrificación y la falta de viviendas asequibles han desplazado a comunidades enteras, generando estrés, ansiedad y una sensación de pérdida.

Reconocer la interdependencia entre estos factores y abordar las desigualdades y deficiencias en las políticas es crucial para mejorar el bienestar de la sociedad en su conjunto. Es necesario un enfoque holístico que considere tanto a las estructuras sociales como las políticas para crear un entorno que apoye la salud de todos los individuos desde una perspectiva pluralista e integradora. Para ir poniéndole un alto a esta incidencia no saludable, es importante que tanto la ciudadanía, el gobierno y los profesionales desde la diversidad de sus nichos de especialidad trabajen en pro de un proceso de educación. La educación es una herramienta poderosa para combatir los efectos del determinismo social y político. Promover la conciencia sobre cómo las estructuras sociales y las políticas afectan a las personas puede empoderarlas para abogar por cambios. Como, por programas educativos que incluyan temas de justicia social, equidad y salud mental pueden ayudar a deconstruir estereotipos y reducir la estigmatización. Además, se hace imperante establecer políticas equitativas tanto desde la gobernanza como desde los espacios privados de poder. Las políticas inclusivas que promuevan la equidad en áreas como la educación, el empleo, la vivienda y la atención al paciente pueden ayudar a mitigar los efectos negativos de estos determinismos. Los programas de apoyo social sacándolos del asistencialismo manipulador y el acceso universal a servicios de salud son ejemplos de intervenciones efectivas.

Para lograr esos cambios, no podemos dejar fuera la necesidad de abogar por la justicia social y luchar contra la discriminación y la inequidad. Esto, como aspecto fundamental para enfrentar los determinismos no saludables. Lo cual implica trabajar activamente para desmantelar sistemas de opresión y promover la igualdad de derechos y oportunidades equitativas. Ante esto, es importante también que los profesionales de la conducta humana tomen posicionamientos políticos firmes e informados, por todo lo expresado, pero también para asegurar el acceso a unos servicios de salud mental cónsonos a lo que nos exige la ética de las profesiones. Lo cual es esencial para enfrentar, no solo estos determinismos que frenan al individuo y a la sociedad en un proceso de evolución consciente. Si no, por la disponibilidad de servicios, su accesibilidad económica y alcance geográfico; dirigiendo la integración de servicios de salud mental al sistema de atención primaria y la eliminación de barreras económicas mediante un sistema universalizado e inclusivo. Esto, es ir en esta dirección correcta…

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