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La Autonomía Comunitaria como Respuesta a la Violencia en la Juventud

 

 

Por Krystal L. Pérez Martínez, MTS / Presidenta del Colegio de Profesionales de Trabajo Social de Puerto Rico

 Recientemente hemos visto y sentido profundamente muchas manifestaciones de violencia. Nuestra sociedad vive a diario casos de violencia de género, contra nuestra niñez y jóvenes, adultos mayores, entre vecinos y hasta con animales domésticos.

De estos son muchos los casos lamentables donde se ven involucrados jóvenes y que se presentan como resultado de la desigualdad de género, desigualdad social, la falta de oportunidades de empleo y educación, y la falta de espacios para la cultura y el deporte. Debemos preguntarnos cómo estamos atendiendo estos asuntos para mejorarlos.

El documento la Prevención de la Violencia Juvenil: Panorama General de la Evidencia de la Organización Panamericana para la Salud, apunta a que los problemas socioeconómicos, las áreas de salud, los estilos de crianza, la normalización de la violencia, la educación sobre las relaciones saludables, la exposición a situaciones de riesgo, entre otros, son algunos aspectos que considerar cuando se analiza como la juventud refleja la realidad de la violencia en nuestro país.

Existen alternativas para prevenir la violencia y mitigar sus consecuencias, para que la niñez y juventud puedan disfrutar de sus derechos.  Entendiendo que los valores por sí solos no son la solución exacta o perfecta, se deben reforzar con una infraestructura comunitaria fortalecida.

Los esfuerzos que se lleven a cabo para prevenir la violencia es una que debe de analizarse e intervenirse con una visión multifactorial y multisectorial. De esta manera garantizamos que las respuestas sistemáticas que se implementen sean sostenibles y de largo alcance.

A pesar de la evidencia que demuestra sobre los beneficios de las actividades escolares, como el apego, debemos mirar las actividades extracurriculares en los espacios escolares y comunitarios. En las actividades recreativas se fomentan espacios de seguridad tanto para la niñez, la juventud y sus familias, que ayuden a incorporar la enseñanza de aptitudes para la vida y para las relaciones sociales.

Con la ayuda de los municipios, necesitamos que las comunidades soliciten y se apropien más de sus entornos para ofrecerle a la juventud, y a la comunidad en general, un desarrollo saludable que como resultado se desencadena en la reducción de la violencia.

Este mismo documento establece en sus conclusiones que “la violencia juvenil no es un problema sencillo ni de fácil solución. Sin embargo, se pueden lograr mejoras en materia de prevención”. Por esto se destaca la importancia de la recreación como algo necesario, siendo un derecho humano, para que la formación de la niñez y juventud no incidan en situaciones de riesgo.

Lo ideal sería un plan que incluya las áreas de vida que se han sido olvidadas y hasta descartadas poco a poco, como: el acceso a utilidades, acceso de transportación, la formación en los deportes, la formación en las artes, el cuidado del ambiente, entre otros. Se necesitan planes que cambien la estructura basada en la misma comunidad, para la comunidad, y con el apoyo multidisciplinario y multisectorial.

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