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Generaciones de rencor y la esperanza

Algunos lectores se acordarán del famoso cartel del entonces candidato a la presidencia de los EEUU, Barack Obama, que presentaba su perfil junto con la palabra “Hope” o esperanza. Esa celebrada imagen del artista Shepard Fairey fue para muchos emblemático de lo que representaba la elección de Obama en 2008, luego de casi una década dura marcada por el 9/11, las guerras en Afganistán e Irak,  y la recesión económica causada por el colapso del mercado hipotecario. También galvanizó la generación de los millennials al entrar en la política. 

Ahora con el beneficio del tiempo mucha gente han reevaluado esa coyuntura y la presidencia de Obama como una que tal vez fue más relevante por las barreras identitarias que cayeron que por otra cosa, e incluso algunos ven su presidencia con decepción, ya que el entorno social de mucha gente de clase trabajadora y media no cambió de manera significativa.  La esperanza que marcó esa elección para muchos no se manifestó para muchos e incluso fue hasta catalítico para la nueva ola de nacionalismo reaccionario que tomó el escenario con la elección de Donald Trump (que también es eco de movimientos similares a través de Europa y partes de Sudamérica), y con eso una época de polarización política intensa en muchos lugares en el mundo.

¿A dónde voy con esto?  Vivimos en una coyuntura donde la polarización refleja una lucha entre una política de esperanza y una de rencor.  Mientras que un polo se organiza apelando al miedo-grupos raciales y étnicos minoritarios, la comunidad LGBTQ+, las mujeres y grupos religiosos minoritarios- el otro polo se ve muchos de estos mismos colectivos luchando para una sociedad más inclusiva y que rompe con paradigmas de racismo, homofobia, patriarcado y fundamentalismo religioso.  Estos dos lados ven las llamadas guerras culturales como el foro para articular o una visión del mundo basada en la esperanza y una de rencor y miedo.

Esto ya está repercutiendo en la coyuntura política por la cual Puerto Rico está pasando.  Una de las maneras en la cual impacta a nuestro pueblo es en cuanto a cómo el Congreso de los EEUU navega el tema del estatus, donde por una parte las políticas de rencor y miedo del partido Republicano le cierran la puerta a la anexión por temor a “reemplazar” la población blanca anglosajona de poder político.  Dicho fenómeno ha limitado las alianzas de los estadistas en Washington, dado la tendencia ideológica conservadora de los anexionistas en Puerto Rico que difícilmente se alinean con las políticas del partido Demócrata, que se torna más liberal/progresista en su orientación.

Por otro lado también se ven los efectos de esta dinámica en el realineamiento de las fuerzas electorales en Puerto Rico.  Según las generaciones más jóvenes han ido rechazando las políticas coloniales que han dejado a Puerto Rico en crisis, esto no solo ha resultado en la creación de nuevas opciones electorales, sino también en una renovación dentro del PIP que los ha vuelto a ser un partido competitivo.   Estos partidos buscan apelar a una visión de posibilidad para el pueblo y de no conformarse con el miedo al cambio social.  La respuesta de los partidos tradicionales a estos cambios fundamentales ha sido de aferrarse no solo a políticas fallidas sino también de apelar al miedo. Eso se ve en el repudio a la ensenanza de la perspectiva de genero y las politicas para restringir el aborto, entre otras acciones, con la meta de apelar a los electores mas conservadores.

La lucha entre estos dos polos es el resultado en gran medida de un periodo de muchas transiciones abruptas a nivel societal que incluye la globalización económica, la explosion de la economía informática, la creciente brecha de desigualdad social y la erosión de normas culturales tradicionales.  También es parte de un contraste generacional entre  la generación de los Baby Boomers, quienes dieron forma al mundo en el siglo XX, y los milenios la Generación Z, que están heredando una sociedad que no coincide con sus necesidades y perspectivas.  No debe chocar entonces que ante tantos cambios significativos las posturas ideológicas sean tan marcadas.

Debemos tomar esto en cuenta al examinar los sucesos no solo en Puerto Rico sino también a través de gran parte del mundo.  Si hay una constante en la historia  humana es la del cambio y con ella tendencia al progreso.  No dejemos que el miedo se interponga ante el progreso.

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