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Educación liberadora, accesible y gratuita como desafio y necesidad

Luis Ibrahyb Casiano MSW / Trabajador Social Clínico

El continuo aprendizaje sin dudas es el motor que mueve a la humanidad en torno a las tareas que realiza en su diario. Sin embargo, esta se vislumbra únicamente desde su esfera normativa y tradicional, la cual nace de un mal concepto ligado al plano económico, de competencia y del éxito. El desafío que nos presenta la problemática de la educación hoy es la de darle a esta herramienta un nuevo orden y sentido. A la educación hay que atemperarla a los tiempos, formarla desde una perspectiva colectiva que envuelva el debate para el análisis consciente y no dogmático sobre la realidad de las cosas en el mundo pasado y contemporáneo.

Dicen que la educación libera, y esto pudiera ser cierto, si esta no fuera dirigida a crear individuos para servicios particulares, y sí colectivos fuertes con individuos capaces. La educación en Puerto Rico no cumple con la elaboración de un plan de socialización educativa de empoderamiento. La deserción escolar, las bajas calificaciones, el modelo de embotellamiento y no de aprendizaje, el estilo vertical de maestro(as) a estudiante, la poca participación comunitaria en el proceso y en actividades escolares, como su desgastado currículo académico; son sin dudas elementos negativos de la educación hoy. Esto sin contar con la visión capitalista que se ha globalizado, que busca graduar universitariamente a hombres y a mujeres únicamente para lanzarlos al ruedo laboral, y no para su formación intelectual y satisfacción propia. Ese nuevo proceso, el que se debe dar, debe ser uno para la emancipación del individuo y para la unidad social, para ello hace falta sacar los diplomas de la lista de precios dentro de un mercado hecho para producir, gastar, consumir y botar.

Para cambiar esta filosofía errada se necesita fuerza de voluntad política, comenzando por establecer abiertamente un modelo educativo inclusivo, que valore y celebre la diversidad humana, que sea participativo y no sectario. Se necesita cambiar el modelo dogmático y de apuntes, por uno de lectura, construcción de ideas y de debate. Además, no podemos dejar fuera la perspectiva evaluativa, la cual debe acompañar ese proceso filosófico el cual le impondría como tarea evaluar y otorgar puntuaciones conforme a las destrezas, a lo práctico y a lo participativo, no de una forma literal y lineal; sino, tomando en cuenta como el y la estudiante supera cada una de ellas, pero más que eso, su disposición para hacerlo. También se necesitan crear métodos alternos de educación a través de centros extracurriculares para el fortalecimiento académico, para el afianzamiento de las destrezas sociales y para el desarrollo de relaciones interpersonales saludables. Además, para la valoración del individuo desde su propia definición, emociones y sentimientos; y para el logro de la emancipación e integración de niños, jóvenes, adultos y envejecidos.

Ante esta realidad, hay quienes se limitarán al fortalecimiento de lo existente repitiendo el fracaso, pero también hay quienes debemos hacerlo desde lo multidisciplinario de nuestras profesiones con miras a avanzar a la creación de algo nuevo. Hay que socializar las ideas para socializar el poder, allí está la clave para el cambiar y para evolucionar nuestras mentes colonizadas y apáticas. Para construir un modelo educativo que enseñe y no adoctrine, que libere y no ate.

(Columna editada de su original en 2015)

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