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Por: Lcdo. Luis Ibrahyn Casiano / Trabajador Social Clínico
Como Profesionales del Trabajo Social, hemos librado batallas ideológicas desde el surgir de nuestra vocación, pero con la creación de nuestro Colegio se materializó de forma tangible una estructura que le hace frente a las posiciones excluyentes del sistema político capitalista y colonial. Claro, bajo algunas presidencias, el alcance ha sido más efectivo en esa dirección de trazar la raya entre nuestro gremio y el sistema político imperante de imposición y como institución opresiva en muchas instancias.
Durante este mes, muchos nuevos Trabajadores(as) Sociales se han de graduar, y junto con ello, al obtener su licencia y colegiación deben reforzar esa obligación ético-política en defensa de los derechos humanos y civiles de las poblaciones más vulnerables y/o vulnerabilizadas. Las distinciones humanas basadas en prejuicios y no en el respeto a la diversidad desde la práctica profesional no deben tener cabida, pues hemos acogido esta profesión como un voto de servicio, que deber ser traducido con nuestra acción constante en pro de devolverle al individuo, a las familias y al colectivo la esperanza a través del acompañamiento. Pero eso no solo se logra desde la práctica individual en cualquiera que sea nuestro escenario laboral, se hace marchando junto al pueblo, retando el institucionalismo de normas y políticas excluyentes, siendo voz, siendo ejemplo.
Cuando comencé mi formación profesional, escuché aquella definición del Trabajo Social brindada por la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, que decía, si no me equivoco; “El trabajo social es una profesión basada en la práctica y es una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas”. Esto, se me quedó bien grabado en la memoria, pero más que eso, en el “corazón”, al igual que los principios esbozados en el Código de Ética de Puerto Rico, desde ese momento he estado inmerso en profundizar sobre la profesión, que es sin dudas profundizar sobre el pasado y presente, para desde ahí colaborar a crear un futuro alternativo a ese que los detractores de la justicia social, tanto externos como internos impulsan desde el discrimen, la segregación de clases y la administración deficiente de los recursos nacionales.
Para ello, es necesario recodar lo siguiente, por eso les comparto este extracto de Doña Carmen Rivera de Alvarado en su escrito Trabajo Social: Vocación de Libertad: “La libertad y el trabajo social se afirman, pues, sobre el mismo fundamento: el amor y el respeto a los demás” (Rivera, 1986, p. 99). En adición y refiriendo a nuevamente a nuestra profesión como; “La de una disciplina personal que se comparte con los miembros de un grupo con metas y propósitos afines y que responde a unos conocimientos, pero más que nada, a una vocación que he dado en llamar “vocación de libertad”, porque va dirigida tanto a la libertad integral de las persona, grupos o comunidades con quienes se trabaja, como a la del propio trabajador social; ya que solamente los que son libres pueden liberar a otros. A una ética, porque está basada en unos valores que no tienen que responder necesariamente a los valores de la sociedad de que forma parte el trabajador social. Este es un punto cuya importancia y cuya dificultad quiero abordar, ya que la mayor parte de las veces actuamos respondiendo más a los valores de nuestros patronos, las clases dominantes, que a los valores de nuestra propia profesión” (Rivera, 1986, p. 146).
Sin dudas, el Puerto Rico de hoy nos debe obligar a crear un pacto interno como colegas, para enfrentar y frenar la injusticia. De forma científica, filosófica y moral estamos llamados a ello, y nuestro accionar debe ir dirigido a ser profesionales revolucionarios, no sellos de goma de corporaciones, dependencias y agencias que se lucran de nuestra profesión para perpetuar el asistencialismo. Yo, llevo poco tiempo como colega licenciado y orgullosamente colegiado, y apuesto a que la generación que nos antecedió, pero aun vigente, y esta que va sumándose, pueda, aun dentro de las diferencias individuales hacer valer lo que estamos llamados a defender desde el momento que asumimos ser Profesionales del Trabajo Social. Seamos la barricada y esa fuerza atrincherada en la primera línea de la batalla por la justicia, codo a codo. Que no nos absorba el sistema, somos agentes de cambio, y a eso no debemos renunciar jamás…