Con la llegada del nuevo año nuestra familia, como muchas otras, tiene la tradición de apuntar y compartir una lista de intenciones y/o aspiraciones que cada uno tiene para el año entrante. Al ser mi primera columna para el 2022 quiero tomar esta intervención para compartir alguna de mis aspiraciones o lo que me parecen intenciones que colectivamente como pueblo debemos considerar para encaminarnos a lidiar con los retos que enfrentamos. Más que nada mi intención no es articular propuestas particulares para remediar la gama de problemas sociales que existen en Puerto Rico, sino más bien identificar algunas áreas de actividad social que juegan un papel importante en el bienestar colectivo de los puertorriqueños.
Superar la fatiga de pandemia: la llegada del 2022 también marca casi dos años de vida bajo la pandemia del COVID-19 a nivel global y junto con eso una creciente fatiga colectiva de la gente, tanto en Puerto Rico como en gran parte del mundo, al tener que lidiar con otro año o más de repuntes y restricciones para mitigar el virus. De manera anecdotal, acá en los EEUU he visto mayor resignación de parte de mucha gente de que el virus sigue propagándose, y por ende prefieren tomar el riesgo de enfermarse a seguir viviendo con el uso de mascarillas y restricciones en actividades sociales. Aunque dicha fatiga es entendible, la resiliencia y disciplina de los puertorriqueños en vacunarse y uso de mascarilla han prevenido mayor desastre, y el costo humano y social (interrupciones escolares y laborales) de bajar la guardia en este momento es más alto que mantener el compromiso de protegerse con mascarillas y vacunas.
Gestión Comunitaria: Pese a los retos que los puertorriqueños han enfrentado en los últimos años, la coyuntura actual ha sido también catalítico para una gran cantidad de gestiones comunitarias para lidiar con las necesidades de muchos en áreas de salud pública, vivienda, energía, soberanía alimentaria, protección ambiental, y equidad de género, entre otras. El impacto de las manifestaciones en 2019 y el surgimiento de nuevas opciones electorales también reflejan la energía de gestión comunitaria que sigue en aumento en Puerto Rico. Tenemos ahora la oportunidad de alzar estas gestiones para fomentar la renovación de la participación cívica en nuestra sociedad y articular una visión colectiva para nuestras comunidades y el pueblo entero que trasciende el estatus quo.
Reclamando los espacios: A esto me refiero no solo a los espacios físicos donde inversionistas de los EEUU y otros lugares han ido paulatinamente comprando terrenos para crear paraísos fiscales y fomentar la industria de cripto monedas (incentivados por las exenciones fiscales aprobadas por la legislatura), sino también reclamar los espacios donde se toman decisiones que impactan la calidad de vida de todos. La corrupción endémica dentro los partidos políticos principales y las políticas de privatización y austeridad impuestas por la JCF han venido a cuenta de la exclusión del proceso democratico donde la ciudadanía puede articular y focalizar sus prioridades para mejorar su calidad de vida y el bienestar colectivo.
Cultivando un pueblo diaspórico: La más reciente ola migratoria de puertorriqueños a los EEUU en la pasada década por motivos económicos ha vuelto a poner en enfoque la comunidad diaspórica que ahora sobrepasa el número de personas residiendo en Puerto Rico. Muchos puertorriqueños viviendo en la diáspora, tanto de comunidades históricas como los migrantes más recientes se han comprometido a buscar soluciones para mejorar la calidad de vida para los puertorriqueños tanto en los EEUU como en Puerto Rico. A pesar de estos cambios demográficos, aún existe una desconexión entre muchos puertorriqueños viviendo en el archipiélago con la comunidad diaspórica, en gran parte por barreras culturales y prejuicios. Es imperativo superar esas barreras no solo para recuperar el capital humano que se necesita para gestionar un Puerto Rico más sustentable, sino también para reforzar y valorizar la diversidad que existe dentro de nuestro pueblo. Solo con una identidad colectiva que incorpora tanto los que viven en Puerto Rico como la diáspora se podrá articular una visión coherente al cual podemos aspirar para nuestra comunidad.
Estas son solo algunas aspiraciones o intenciones que me parecen de alta prioridad para los puertorriqueños según miramos a un nuevo año lleno de retos, pero también de posibilidades. Los invito a que reflexionen sobre cómo podemos hacer intenciones para articular un Puerto Rico que sea de y para todos.