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Uno de los retos y desafíos más grandes que tiene el mundo es la corrupción. Esta afecta a los gobiernos tanto, a nivel local como en la mayoría de los países. Una mirada rápida sobre el tema en diferentes plataformas digitales genera múltiples ejemplos de casos vinculados a este mal que por años afecta al mundo. También, podemos observar cómo los medios de comunicación masiva juegan un rol protagónico en dar a conocer esquemas y destapar actos de esta índole.
La corrupción afecta a ciudadanos, entidades públicas y privadas. En el caso de la corrupción gubernamental su efecto impacta los recursos públicos, la ejecución e implementación de políticas públicas así como el manejo de los fondos económicos. Para mi uno de los mayores efectos es que lacera la confianza del pueblo en sus funcionarios de gobierno. Las personas se sienten traicionadas por aquellos que cometen actos de corrupción, en especial si votó por ellos.
Para combatir la corrupción es necesaria la cooperación de todos los sectores entre ellos los medios de comunicación masiva. Recientemente, el país quedó consternado al conocer datos relacionados con la investigación que realiza el gobierno federal al, ahora exalcalde de Cataño, Félix “Cano” Delgado, entre otros. Fueron precisamente los medios de comunicación quienes a través de diversos reportajes presentaron el escándalo al cual estaba vinculado.
Esto evidencia que el rol de los medios de comunicación es esencial para la democracia y ello fortalece el sistema. Por esto es imprescindible que la información esté presente en el proceso democrático. Que el acceso a la información, en este caso gubernamental, sea continuo, fácil y que la información sea veraz. Es responsabilidad del gobierno tener accesible la información tanto para los medios de comunicación como para los ciudadanos. Recordemos que la democracia es definida como la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por el pueblo. Para ello el gobierno tiene que ser transparente en la información que maneja.
Una de las herramientas más poderosas que tienen los sistemas democráticos son las leyes y reglamentos que rigen su sistema de gobierno. En Puerto Rico, los gobiernos de turno reiteran que no toleran la corrupción y que aprueban leyes para combatir este mal. Sin embargo, cada año, el país es testigo de arrestos de altos funcionarios de gobierno que violan las leyes, que adelantan sus agendas individuales y que claudican en su responsabilidad de hacer buen uso de los recursos del gobierno y por ende del pueblo.
Alcaldes, senadores, representantes, secretarios de departamentos y otros, son las portadas de los medios de comunicación todos con un elemento en común: cometieron un acto de corrupción. En mi opinión, por más leyes que se aprueben y por más que se implementen políticas públicas anticorrupción, queda de los funcionarios cumplir con ellas. Mi exhortación a quienes laboran en los medios de comunicación es que continúen su labor investigativa en beneficio del pueblo y de la democracia. A los funcionarios de gobierno sepan que tarde o temprano todo se sabe.