|
El doctor Wilford E. Schmidt, oceanógrafo físico y catedrático del Departamento de Ciencias Marinas (CIMA) del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), será parte de un selecto grupo de científicos que participará en la Expedición de Verificación Científica Alvin 6500 m, una misión en la que se probará la reconocida plataforma de investigación oceanográfica a profundidades que alcanzan los 6,500 metros en la Fosa de Puerto Rico, también conocida como la Trinchera, y también en el Cayman Rise (ubicado al oeste de las Islas Cayman).
Esta será la primera expedición desde que el submarino Alvin fue adaptado para extender su intervalo o autonomía efectiva de profundidad a poco más de cuatro millas. La travesía será a mediados de octubre desde San Juan, Puerto Rico con un programa de aproximadamente 10 inmersiones desde el buque de apoyo RV Atlantis. Estarán en el mar durante tres semanas finalizando el crucero en la ciudad de Morehead, en Carolina del Norte.
El honor de integrarse a esta expedición, se compara a la de ser seleccionado como astronauta, indicó el investigador, quien fue uno de 20 seleccionados, y el único catedrático de universidades en la isla, entre unas 200 solicitudes.
“Me siento muy emocionado por esta oportunidad. Es algo así como lograr ir al espacio. Muchas personas quieren ir al espacio, pero muy pocas realmente lo logran. Es un proceso similar. Debes declarar tus objetivos y metas; justificarlos y explicarlos, porque hay cierto nivel de exclusividad en todo el proceso, pues se trata del Alvin, no todo el mundo puede entrar. Por ejemplo, si te convirtieras en astronauta, sabrías que existe la posibilidad de que irás al espacio, porque has sido elegido para ser astronauta. No significa que irás, pero existe la posibilidad, y debes prepararte mentalmente para ir al espacio. Cuando te vuelves oceanógrafo, nadie piensa que logrará entrar al Alvin solo por ser oceanógrafo”, explicó el profesor, quien desde 2006 ha investigado el profundidades de la Fosa de Puerto Rico mediante el desarrollo de tecnologías de recolección de datos del océano profundo, y desde 2011 con el Dr. Manuel Jiménez, catedrático de Ingeniería Eléctrica y Computadoras.
De hecho, el mundialmente famoso Deep Submergence Vessel Alvin (DSV Alvin), conocido por visualizar por primera vez los restos del Titanic, y por investigar formas de vida quimiosintéticas en el East Pacific Rise, comenzó a operar en 1964. Desde entonces, cada pieza del submarino ha sido reemplazada a lo largo de los años. En su forma actual, cuenta con una esfera de dos metros de diámetro y tiene espacio para dos científicos y un piloto.
“Recientemente, ha sido modernizado para ir aún más profundo que antes, hasta 6,500 metros (4.04 millas). Aunque no es capaz de descender a las partes más hondas del océano, es lo más profundo que se puede llegar a bordo de una sumergible científico especializado, que representa una plataforma de investigación importante. Anteriormente, Alvin era capaz de alcanzar los 4,500 metros (2.8 millas)”, explicó.
Precisamente, esta misión está destinada a probar la nuevas funcionalidades del submarino.
“Estaremos probando la habilidad de científicos de trabajar con las nuevas capacidades del Alvin porque, aunque puede ir más hondo, no se mueve más rápido, lo que significa que tenemos que pasar más tiempo sumergidos. Previamente, las inmersiones tomaban unas 12 horas. Así que tres personas tenían que pasar muchas horas en una esfera muy pequeña que tiene unos seis pies de diámetro. Ahora, debemos pasar 16 o 18 horas en el mismo espacio, porque vamos más profundo, así que requiere más tiempo llegar hasta allá y más tiempo regresar, y queremos estar en el fondo por unas cinco o seis horas. No está claro si eso será fácil de lograr, así que esa es una de nuestras metas principales, verificar la capacidad humana de trabajar en estas circunstancias”, explicó.
“Los científicos son puestos en un ángulo que les permita mirar por las ventanas. Eso es algo muy importante. Suena simple, pero el poder ver que hay a esas profundidades directamente es importante porque sabemos muy poco del océano profundo. Las ventanas también se usan para controlar brazos robóticos. La nave tiene brazos robóticos que pueden manipularse desde dentro del submarino, que nos permiten recolectar muestras de rocas, agua y sedimentos, e incluso recolectar biota, animales pequeños. Estas muestras se colocan en canastas que se encuentran fuera del Alvin, y todo es llevado de vuelta a la superficie cuando regresamos”, agregó.
Para el científico, que lleva 16 años trabajando en el RUM, es la primera vez que se sumerge en esa profundidad.
“He hecho mediciones en el fondo de la Fosa de Puerto Rico (8,350 metros), pero yo personalmente no estaba a esa profundidad, solo mis instrumentos. Hasta el momento solo he estado a unos 30 metros de profundidad cuando buceo”, indicó.