Esta semana el Negociado del Censo de los Estados Unidos (E.E.U.U.) publicó los resultados iniciales del Censo de 2020, en donde se dio a conocer la población actual de cada estado y los territorios. Las cifras del más reciente Censo muestran una reducción dramática en la población total de Puerto Rico durante la pasada década, bajando de poco más de 3,7 millones de personas a aproximadamente 3,28 millones de habitantes lo que representa alrededor de 440,000 personas menos. Esto significa un descenso poblacional de 11.8 por ciento del total del 2010, impulsado por el éxodo masivo de puertorriqueños fuera del archipiélago.
Aunque la cifra reportada no alcanzó los pronósticos más apocalípticos de algunos demógrafos que anticiparon un descenso de 20 por ciento o más justo después del Huracán María, el porcentaje final sigue siendo sumamente preocupante si no alarmante. Una reducción de dicho porcentaje o más es típico de lugares plagados por circunstancias catastróficas, como conflictos armados o catástrofes naturales. Dado el calvario por el cual han pasado los puertorriqueños en los últimos años con María, los terremotos, y la pandemia nada más, tal vez no sea chocante que sean menos las personas viviendo en Puerto Rico en este momento. Pero también, la catástrofe por la cual ha pasado el archipiélago incluye las políticas de austeridad impuestas bajo la Ley PROMESA. Al mirar la totalidad de las circunstancias por las cuales Puerto Rico ha pasado desde el 2010, la conclusión es que la caída poblacional tan marcada es reflejo de un pueblo viviendo bajo condiciones catastróficas.
Hay muchos detalles que aún no se han divulgado sobre la población actual de Puerto Rico y los que se han ido a base del último Censo. Falta por conocer las características a base de edad, escolaridad, ingreso, género y ocupación laboral de los que que se han ido y cómo ha cambiado para la población actual en Puerto Rico. Estos datos demográficos nos darán un panorama más claro de los impactos que la baja poblacional tendrán en cómo se maneja esta coyuntura, y un indicio del camino que tanto nuestro liderato político como nuestras comunidades deben tomar para encaminar nuestro pueblo fuera de la crisis en la que nos encontramos.
Los posibles impactos de este cambio demográfico son varios. Si resulta que los que se han ido son adultos de edad laboral y con un nivel alto de escolaridad, Puerto Rico tendrá que lidiar con una fuga de capital humano significativo que no solo impacta la actividad económica en el país, sino también el funcionamiento de nuestro sistema gubernamental. Dicha contracción impactará la base contributiva accesible para funciones gubernamentales incluyendo servicios al ciudadano. A esto agregamos cambios a la funciones del gobierno para adaptar a las necesidades de la población actual. Ya en Puerto Rico se ve un crecimiento en la población de edad avanzada, muchos con recursos económicos limitados, lo cual obliga la expansión de servicios al ciudadano dirigidos a las necesidades de esta demográficas como salud e infraestructura, entre otros.
Ante esta realidad Puerto Rico se encuentra en un punto de inflexión crítico en cuanto a su capacidad de establecer una calidad de vida sostenible. Aunque aún la resolución del estatus colonial sigue siendo una prioridad para encaminarnos a una mejor calidad de vida colectiva, el panorama demográfico presenta otros retos. Hay algunas señales alentadoras, al ver un patrón de retorno de algunos puertorriqueños que salieron del archipiélago post Maria. Pero mientras el patrón de migración continúe más probable sea que crezca la tendencia del uso de paraísos fiscales para atraer inversión ausentista y apropiación de terrenos que quedarán fuera del alcance de la población local.
Una posible solución a esta encrucijada queda en la diáspora puertorriqueña, en donde ya hay esfuerzos para ayudar a levantar a Puerto Rico. Esto no solo incluye los recién emigrados sino también las comunidades diaspóricas históricas en los E.E.U.U. que también buscan mantener sus vínculos históricos con Puerto Rico. Existe dentro de nuestra comunidad diaspórica no solo un alto nivel de capital humano y capacidad productiva para apoyar nuestra recuperación, sino además un entendimiento y apreciación por nuestra cultura e historia que es esencial para el bienestar de Puerto Rico a largo plazo. Aprovechemos esta oportunidad para fortalecer esos lazos diaspóricos como una vía para crear una sociedad más próspera y vibrante.