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Por: Lolimar Gómez
“Crónica de una muerte anunciada” parece ser el lema que mejor describe el panorama que vive Puerto Rico en este momento con relación al dramático aumento en los casos del COVID 19. Según los datos ofrecidos por el CDC, Puerto Rico está en nivel crítico. De hecho, no recomiendan a viajeros visitar la Isla, pero este panorama poco alentador, no debería sorprender a nadie. Menos a varios sectores de nuestra sociedad, quienes levantaron su voz de alerta para que el gobierno no dejara sin efecto las restricciones impuestas por la pasada administración. Ejemplo de ellos fue la clase magisterial del País, quiénes alzaron su voz no solo en protección de la vida de sus maestros ,sino la de los propios estudiantes.
La reapertura de nuestras escuelas ,de las playas, el desorden exhibido por los turistas, el caso omiso a lo que ha estado ocurriendo en otros países y como resultado forzoso, el comportamiento desmedido de un sector de nuestra población, ha tenido un repunte de los contagios sin precedente durante la pandemia. A esto se le suma, la poca importancia que se le ha prestado a la acelerada propagación de las distintas variantes del covid alrededor del mundo y el patrocinio a la entrada de turistas con el pretexto de proteger el turismo. Dolorosamente un nuevo cierre sería devastador no solo para los medianos y pequeños comerciantes, sino para la economía en general. Si no se toman medidas drásticas para monitorear con minuciosa eficacia a todo el que entra y sale en nuestro país, el cierre será inevitable. El covid y sus variantes no llegaron a Puerto Rico en paracaídas. Somos una isla rodeada por mar, no hacemos frontera con ningún país.
Ya es hora de tomar conciencia y entender que nos toca a todos poner nuestro granito de arena y suspender la práctica de responsabilizar al gobierno y viceversa. Todos debemos poner de nuestra parte. A fin de cuentas tanto los integrantes del gobierno como nosotros los ciudadanos compartimos una casa llamada Puerto Rico.