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El juego de la transparencia en el gobierno

Por: Aracelys Otero Torres / Relacionista Lic R 53

“Transparencia”. ¿Cuántas veces escuchamos la palabra en voz de políticos y de gobiernos? Innumerables, ¿verdad? Es una de las más usadas como persuasivo para dar la impresión de honestidad y confiabilidad, además de ser un dardo utilizado para atacar a contrincantes. 

Observemos al Gobierno de turno. Una vez entró al poder, gran parte de sus discursos se centraron en la promesa de ser abiertos en cuanto a los pasos que delinearon para administrar el país. Presentaron políticas públicas enmarcadas en el concepto y aprobaron legislación para que los procesos gubernamentales fueran transparentes. 

Recordemos la aprobación de la “Ley de Transparencia y Procedimiento Expedito para el Acceso a la Información Pública”. El exgobernador, Ricardo Rosselló, firmó el estatuto un día antes de renunciar a su cargo y fue criticado por diversos grupos porque tiene debilidades que impiden cumplir a cabalidad su propósito fundamental.

Pero, ¿qué implica la transparencia gubernamental? Precisamente, es la obligación del gobierno de compartir y hacer accesible la información a sus ciudadanos, ya sea voluntariamente o cuando sea requerida. Es un concepto que debe aplicarse en todos los renglones; entiéndase en propuestas, finanzas y forma de pensar, entre otros. 

Me reafirmo en que los mensajes, para que sean genuinos y gocen de la confianza de los ciudadanos, tienen que ser cónsonos con sus acciones. No podemos decir una cosa y hacer otra.  Lamentablemente, los pasados gobiernos, todos, fallaron en esta gestión y por esto, el pueblo desconfía de sus gobernantes e instituciones.

Los ciudadanos aportan a los gobiernos con su dinero, su experiencia y sus habilidades. Lo hacen con el fin de lograr mejores oportunidades para ellos y futuras generaciones. Por ejemplo, si a los empleados del gobierno les descuentan el por ciento que corresponde al pago del Retiro, estos esperan que cuando acudan a la Administración de los Sistemas de Retiro de Puerto Rico, puedan recibir los beneficios a los que tienen derecho. Sin embargo, cuántas historias de horror escuchamos en las que personas alegan que les descuentan de sus salarios el monto correspondiente y, cuando llaman a la agencia, se enteran de que su patrono incumple con las cuotas a pagar. Lo historia se repite en otras agencias. ¿Dónde queda la transparencia aquí? Es una acción a espaldas de estos ciudadanos. 

Mi experiencia como relacionista me permite establecer que cuando somos transparentes en nuestras funciones, las personas pueden percibirlo y constatarlo. Esto genera confianza en nuestros públicos.  Urge concertar en el Gobierno procesos gubernamentales mediante plataformas que permitan el acceso a todos de manera fácil y rápida. Más aún, urge que haya una estricta evaluación ciudadana sobre la apertura de cada funcionario de Gobierno para que no haya desinformación. Eso nos toca a todos previo a presentarnos a las urnas para ejercer nuestro derecho al voto. 

Mientras, todos esperamos que el próximo gobierno de Puerto Rico tenga la capacidad de gobernar y lo haga de forma transparente sin titubeos, sin excusas.

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