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Empoderando para la energía

Por Dr. Howard Caro-Lopez

Aunque es tentador usar esta columna para compartir mis observaciones sobre el primer debate de los candidatos a la gobernación que se dio este pasado jueves, más bien quiero seguir examinando una serie de temas críticos de impacto universal para los puertorriqueños, y que debemos exigir posturas de los aspirantes a La Fortaleza. En esta ocasión quiero tocar un tema ya debatido y que además es céntrico a la vida económica y ambiental de Puerto Rico la producción energética. 

Este viernes el gobierno de los Estados Unidos (EEUU) anunció una inversión de $13 mil millones para fortalecer la red energética en Puerto Rico. Si bien es cierto que es una medida justa y necesaria dado los estragos que hemos visto con la red post María, es también a la vez un remedio a medias para un problema mucho más grande. Esta inversión es para un sistema energético que es de los más caros, ineficientes y contaminantes del mundo. Según un análisis hecho por la Administración de Información Energética (EIA en inglés), un 40 por ciento de la energía producida en Puerto Rico utiliza petróleo, otro 39 por ciento por gas natural,  y 18 por ciento a base de carbón, mientras que tan sólo un 2.3 por ciento viene de fuentes renovables.

 Esta estructura de producción eléctrica a base de hidrocarburos, que se tienen que importar, contribuye a un costo de producción energética más alto, que junto con los gastos de mantenimiento de la infraestructura ya antigua y pagos de deuda de la Autoridad de Energía Eléctrica, se pasa al consumidor. Según un estudio comparativo del catedrático Carlos Yordán de Drew University, el costo energético para el consumidor en Puerto Rico es el doble del promedio que se paga en los EEUU, que encima tiene un ingreso mediano mucho más alto. Esto significa que el hogar promedio en Puerto Rico dedica un porcentaje más alto del presupuesto al consumo eléctrico que en los EEUU, a manera de ejemplo.  A esto también le podemos agregar el costo del impacto ambiental del uso de hidrocarburos para satisfacer la demanda energética, lo que en su totalidad presenta una situación insostenible que aumenta la carga a los hogares para un sistema poco confiable. 

¿Qué soluciones hay para remediar esta necesidad básica que es aún más importante dada la necesidad creciente de tecnología ante la pandemia? Lamentablemente el liderato político en Puerto Rico le ha faltado creatividad en sus propuestas. Y se dijo poco en el primer debate. Muchos dentro del Oartido Nuevo Progresista (PNP) y el Partido Popular Democrático (PPD)  promueven la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) como solución, pero el mero costo de modernizar la infraestructura es tan oneroso que dificulta una privatización, sin tomar en cuenta como eso afecte el costo al consumidor. 

La otra conversación gira en torno al uso de fuentes de energía renovables, que apunta a más posibilidades, pero también muchas preguntas.¿Que opciones existen? Muchos abogan por energía solar e incluso vemos proyectos como el de Casa Pueblo en Adjuntas donde han logrado utilizar sistemas solares a nivel comunitario, pero¿se puede reproducir en otras geografías o en municipios grandes? Otra opción es energía de viento, pero los que viven en San Juan ya han visto el fracasado intento del molino aeolico en Puerto Nuevo que nunca se mueve como una lección en hacer proyectos caprichosos.  Otros grupos han resuscitado la idea de reestablecer plantas nucleares, pero hasta ahora se nota poco apetito para esa alternativa.

¿Cómo se puede adelantar la política energética en Puerto Rico hacia un sistema eficiente y resistente? La primera parte de la solución es en reconocer que tal vez no hay una sola solución para la isla.  En los últimos dos años he tenido la oportunidad de colaborar en una iniciativa llamada Empoderados para La Energía (E2), creada por Daniel Meléndez, meteorólogo puertorriqueño radicado en Washington, D.C., con el fin de promover  el conocimiento práctico sobre el tema energético.  El planteamiento básico de E2 es sencillo: evaluamos todas las alternativas que existen, para entender qué beneficios y limitaciones tienen cada una, y cuáles son más factibles para implementar a través de cada región de la isla tanto económicamente como geográficamente y ambientalmente. De ahí compartir ese análisis con el público no sólo para que entienden que soluciones existen sino también para trabajar por la implementación de opciones viables y sostenibles para sus comunidades.  

En fin, si entendemos no sólo la urgencia de este problema sino también cuáles son las posibilidades para resolverlo,  nos encaminamos a empoderarnos como ciudadanos para crear un sistema energético sostenible, más eficiente y responsivo a las necesidades de cada comunidad.  Apoyemos iniciativas como la de E2 y autogestionemos la solución.

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